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Miguel Luengo|PARÍS
Juan Carlos Ferrero aspira a convertirse en el sexto español en ganar el torneo de Roland Garros y para ello no ha dudado en señalar que sería capaz de dejarse cortar una pierna, pero también ha asegurado que vencer significa superar a un gigante, el holandés Martin Verkerk.

Aunque su entrenador, Antonio Martínez Cascales, está convencido de que el objetivo principal de su pupilo este año es acabar como número uno del mundo (el lunes saldrá ya como líder de la Carrera de Campeones), Ferrero ansía levantar la Copa de los Mosqueteros, no solo para satisfacer su ego, sino también para «cerrar muchas bocas», tal y como señaló al conseguir por segunda vez el torneo de Montecarlo.

Derrotado en la final del pasado año por Albert Costa, y en la de la Copa Masters de Shanghai por el australiano Lleyton Hewitt, Ferrero quiere borrar esa imagen de perdedor que le ha perseguido en las citas importantes. Hoy tiene esa oportunidad, y sale como favorito, pues no en vano es el segundo jugador que más victorias posee en tierra batida esta temporada (27-2), y por mucho que Verkerk haya impresionado con su servicio (112 aces), la mejor adaptabilidad del valenciano en canchas lentas le confiere ese protagonismo.

«Ferrero es el mejor del mundo en tierra batida después de la lesión de Kuerten», dijo Cascales en su momento, un razonamiento lógico si se tiene en cuenta que este año ha ganado en Montecarlo y Valencia además de ser semifinalista en Barcelona.

Ha vencido además Ferrero el único enfrentamiento contra Verkerk, el año pasado en Kitzbuhel, y sin ceder un set. Un punto más a su favor, aunque en la localidad austriaca la altitud marcó el partido, y también la lluvia.

«Verkerk es muy fuerte y lo ha demostrado estas dos semanas pero se encuentra ahora ante el jugador más importante en tierra batida del momento», ha señalado John McEnroe, quien ya el pasado año también dio como favorito al valenciano.

Si gana el holandés se convertiría en el primer jugador que sin partir como cabeza de serie se alzaría con el título después del brasileño Gustavo Kuerten en 1997. De momento ya es el tercer hombre que desde que comenzó la Era Open ha alcanzado la final de Roland Garros en su debut (Mats Wilander y Mikael Pernfors).