Miquel Alzamora20/05/03 0:00
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El Real Mallorca se prepara para vivir un final de temporada intenso en emociones deportivas y con Europa como meta. Gregorio Manzano expuso hace un mes el principal tratado de intenciones y éste no era otro que el de llegar a la final de Copa con tensión, es decir, afrontar el término del campeonato regular jugándose la UEFA, ya que de esta manera, se llegará a la final de Elche con la atención exigida por el preparador de Jaén. El equipo rojillo parte con una importante ventaja ya que es el único de los seis equipos implicados en la lucha por la sexta plaza que disputará tres de los cuatro partidos que le quedan a esta Liga en casa. Sevilla, Rayo y Málaga pasarán por Son Moix, mientras que los rojillos deberán afrontar una sola visita, concretamente al Recreativo de Huelva. Partido que se jugará en la penúltima jornada.

De entrada hay un equipo que depende de él mismo, el Athletic Club de Bilbao, sexto en estos momentos con 48 puntos, uno más que el Mallorca. El conjunto rojiblanco de Jupp Heynckes se medirá en San Mamés a Racing, que prácticamente no se juega nada, y al Deportivo, un equipo implicado directamente en la lucha por el título. Fuera se enfrentará al Villarreal, ya muy descolgado en la lucha por la UEFA y también lo hará ante el Real Madrid, con todo lo que ello representa.

El Real Mallorca tiene ligera ventaja sobre sus más inmediatos perseguidores, todos ellos agrupados por debajo de él y con los mismos puntos, 44. El que peor lo tiene es el Atlético de Luis Aragonés ya que en estas últimas jornadas debe medirse contra Real Madrid, Deportivo y Real Sociedad, amén del Villarreal. Un calendario terrible para un equipo cogido en pinzas y sumergido en plena crisis, pese a la última victoria conseguida en el Sardinero. El Mallorca tiene la clave de Europa y la tiene en Son Moix ya que, en caso de no fallar, es muy probable que se meta en la UEFA, siempre y cuando el conjunto rojiblanco de San Mamés falle, circunstancia que entra en las posibilidades ya que a estas alturas aguantar la presión de los puntos se hace prácticamente imposible.