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Miguel Vidal
A las ocho y diez de la tarde, a la misma hora curiosamente que había nacido el 10 de junio de 1933, según ha dicho su viuda Remedios, murió ayer en Málaga un genio del fútbol de los años sesenta: José García Castro, conmocido como «Pepillo».

Nacido en Melilla, ciudad que precisamente le estaba preparando un partido de homenaje para el próximo 5 de junio, dejó de existir a los setenta años de edad en Málaga, la ciudad que escogió para vivir al colgar las botas. José García Castro «Pepillo» comenzó a jugar al fútbol en el Atlético Tesorillo de Melilla, y sin cumplir los dieciocho años fichó por el Melilla, en cuyas filas comenzó a sobresalir de tal manera que algunos equipos de Primera División como Sevilla, Valencia y Atlético de Madrid, pugnaron por hacerse con sus servicios.

Con veinte años Pepillo se decidió por el Sevilla; era 1953 y Pepillo jugó allí seis temporadas, coincidiendo con otros jugadores que llegarían a ser compañeros suyos en el Mallorca, como Guillamón, Quirro y Antonio Oviedo.

Tan importante sería la aportación de Pepillo al Sevilla, con el que jugaría la Copa de Europa 1957-58 teniendo como entrenador a un mallorquín de adopción, Satur Grech, que el Real Madrid se haría con sus servicios en junio de 1959 a pesar de tener muchos delanteros de gran calidad (Di Stéfano, Puskas...). Fue cedido posteriormente a River Plate.

De la capital argentina, gracias a la insistencia del entonces presidente Lorenzo Munar Sastre, vino al Mallorca en octubre de 1962. Todo un acontecimiento, puesto que Pepillo se convirtió en el futbolista más caro de la historia del Mallorca hasta entonces: se pagó al Madrid un millón y medio de pesetas en concepto de traspaso y setecientas mil pesetas anuales al jugador.