TW
0

Adrián R. Huber-Efe|SAO PAULO
El finlandés Kimi Raikkonen (McLaren-Mercedes) ganó el G.P. de Brasil, disputado ayer en Interlagos, en el que el español Fernando Alonso (Renault) acabó de nuevo tercero, pero no pudo subir al podio al ser hospitalizado tras un accidente que puso punto final a una prueba de locura, marcada por la lluvia y en la que se prodigaron los accidentes y los abandonos.

Raikkonen y Alonso repitieron el triunfo y el tercer puesto, respectivamente, de hace dos semanas en Malasia, después de que el finés cubriese las 53 vueltas a la pista del autódromo José Carlos Pace, de 4.309 kilómetros -inicialmente estaban programadas 71- en un tiempo ganador, en el momento de la suspensión de la carrera, de una hora, 29 minutos, 53 segundos y 179 milésimas.

Alonso se exhibió en condiciones adversas en la tercera prueba del Mundial con un pilotaje cerebral que tuvo como premio un nuevo podio y el tercer puesto -ya en solitario- en el Mundial de pilotos, aunque no recibió la recompensa de una nueva foto en un podio al que no pudo subir, ya que en el momento de la ceremonia estaba siendo atendido en la clínica del circuito.

El genial piloto asturiano sufrió un fuerte golpe en la pierna izquierda tras salirse de pista pasada la curva Juncao cuando se encontró en la misma con los restos del coche del australiano Mark Webber (Jaguar), accidentado instantes antes en idéntico sitio, lo que motivó la suspensión definitiva de un Gran Premio al que le quedaban como mucho 27 minutos de vida para completar las dos horas máximas y en el que se batió el récord de neutralizaciones. Alonso mantuvo en vilo a la afición española cuando fue trasladado en helicóptero hasta el hospital San Luis de Morumbi, en Sao Paulo, aunque rápidamente se supo que el percance no revestía gravedad alguna y que la revisión había de ser rutinaria y por precaución, como confirmaba a EFE en ese momento su representante, el ex piloto de F-1 valenciano Adrián Campos.

La lluvia caída durante la jornada dominical sobre el circuito de Interlagos -en ocasiones con gran intensidad- marcó el desarrollo de un Gran Premio espectacular y cargado de incidencias ya desde la salida, que se dio con quince minutos de retraso y fue lanzada por el coche de seguridad, detrás del cuál los bólidos rodaron en estricto orden de salida durante las primeras ocho vueltas.

En el momento de la primera aceleración, Alonso ya había mejorado un puesto el décimo de la clasificación, debido a la entrada en boxes del italiano Giancarlo Fisichella (Jordan), que acabaría tercero y en la décima vuelta ya era séptimo, tras una colisión sin consecuencias entre Ralf Schumacher (Williams-BMW) y Jarno Trulli. El coche de seguridad salió seis veces en pista. En una carrera de locura, Fisichella rebasaba al finlandés justo antes de que se sucediesen los accidentes de Webber y de Alonso. La carrera se suspendió, pero al italiano, que se creía ganador, se le incendió el coche en boxes.