En un equipo los éxitos y los fracasos siempre son compartidos y en
el Real Mallorca esto no es una excepción. El hecho de haber
alcanzado una nueva final de la Copa del Rey se debe, entre otras
circunstancias, a los goles que marcó Carlitos en Zorrilla, al de
Nadal en el Bernabéu, a la goleada en Riazor y a las paradas en su
momento que pudieron llevar a cabo Leo Franco y Miki Garro. La
plantilla tiene una gran parte de «culpa» de que el 28J el equipo
represente a toda una afición en el partido de más prestigio que se
juega en España.
No obstante, el éxito forzosamente es compartido por un nutrido
grupo de profesionales que, a excepción del entrenador, vienen
trabajando en un segundo plano, no tan público como el de los
futbolistas, pero igual de importante que el que puede llevar a
cabo el jugador más extraordinario de los que actualmente están
instalados en el vestuario del Mallorca.
Es el «otro equipo», el que forman los técnicos, los médicos y
los utilleros. Todos tienen una labor concreta, aparecen muy de vez
en cuando en los medios y afrontan con una ilusión extraordinaria
el desafío de conseguir la victoria frente al Recreativo de Huelva
y levantar la primera Copa del Rey. Manzano controla todas las
esferas, pero cada uno en su puesto asume una función determinada.
Gonzalo Hurtado es el segundo de Gregorio y en materia futbolística
comparte la dirección puramente técnica del primer equipo. Cuando
el preparador de Jaén se limita a ver con detalle lo que hacen sus
futbolistas es Gonzalo quien toma la voz cantante y dirige desde la
banda. Sus caminos se cruzaron en Vallecas y tuvieron aquí en Palma
continuidad.
Antoni Servera es quien asume la responsabilidad física del Real
Mallorca y lo hace con personalidad y, a la vez, con resultados.
Servera, natural de Sant Llorenç, ascendió la pasada temporada al
primer equipo y su trabajo ha sido también determinante para poder
llegar a la final de Copa y para afrontar con relativa tranquilidad
la fase final del campeonato doméstico. Estos tres profesionales
capitanean el proyecto deportivo y a su alrededor están situados
una serie de complementos perfectos que precisamente cierran un
organigrama que, observando la profesionalización del fútbol, de
cada temporada cobra más importancia. Disponer de un buen grupo
técnico, médico y de complemento supone, de entrada, que los
jugadores puedan centrarse sólo en lo que les debe ocupar, jugar
bien al fútbol. El resto corre a cargo del «Manzano Team».
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