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Efe|MADRID
La muerte en competición del kazajo Andrei Kivilev, quien sufrió una grave caída en la segunda etapa de la París Niza, volvió a recordar la parte trágica del ciclismo, deporte que no se teñía de luto en carrera desde el fallecimiento del español Manolo Sanroma, producida en la Vuelta a Cataluña de 1999. Andrei Kivilev murió en el hospital de Saint-Chamond, cerca de Saint Etienne, con 29 años, la edad de plena madurez para un ciclista. El martes por la tarde ingresó en estado crítico tras su caída en la segunda etapa de la París Niza.

El kazajo había depositado grandes esperanzas en esta temporada. Fue tercero en el Tour Haut Var hace dos semanas y representaba uno de los principales apoyos para sus compañeros de equipo Nico Mattan y David Moncoutié. Debutó como profesional en 1998 en las filas del Festina, en aquel año des escándalo de dopaje en el Tour y que terminó con la exclusión de dicha formación. Después de un corto paso por el Ag2r Prevoyance, el escalador kazajo abrió su palmarés en 2001 con el Cofidis. Ganó una etapa en la Dauphiné-Libéré y en la Ruta del Sur. En el Tour de Francia terminó cuarto por detrás del español Joseba Beloki.

Soñaba con ganar cerca de casa, en Saint Etienne, ante la mirada de su familia. En cola de pelotón al pie del Col de Chaubouret, a 35 km de meta, sabía que el ascenso iba a romper el pelotón, por lo que decidió tomar posiciones cerca de la cabeza. En la maniobra de avance se quitó el casco y posteriormente enganchó su rueda con la de otro corredor y llegó la brutal caída.