Raúl celebra su segundo tanto; el delantero se convirtió anoche en el máximo goleador en la historia de la selección española. Foto: JOAN TORRES

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Será sólo en los partidos amistosos, los de broma, aquellos en los que no hay nada tangible en juego, pero el talento suele imponerse al músculo. Luego, en las grandes citas, la historia es muy distinta. España nunca ha tenido nada que echarse a la boca, y Alemania viene de acariciar un título en Corea. El grupo de Sáez sobrevivió ayer al fútbol rácano y pelado de los germanos, excesivamente fracturados por las bajas, y acabó ganando con dos arreones de Raúl, un jugador genial. Luego, la pegada de Guti certificó un triunfo que denunció que no sólo con la condición física se puede jugar a este deporte (3-1).

España dispuso el balón desde el inicio en los pies de Baraja y su sentido del juego colaboró a que el equipo de Sáez irrumpiera con fuerza por el partido. El centrocampista, flanqueado por Albelda, se sintió cómodo en las funciones de pase corto y transición rápida. Enganchado de forma perenne a Raúl, el de Valladolid fue capaz de manejar a la selección con cierta solvencia en el primer cuarto de hora. A pesar de que Joaquín y Vicente apenas encontraban concesiones en las bandas, daba la sensación de que el combinado nacional se sentía a gusto y de que sus aproximaciones a Kahn llevaban cierto peso. Primero fue un disparo de Baraja que murió blando en las manos del portero alemán (minuto 12) y luego un escorzo de César tras un saque de esquina (minuto 28) que acabó en la pista de atletismo; mientras, Alemania seguía buscando el balón en diagonal y el fútbol directo.

Fue entonces, cuando el partido tenía cierto aspecto plomizo, cuando Raúl decidió darle otro color. El acelerón del delantero sirvió para concederle otra dimensión a la cita, que empezó a convulsionarse. El atacante pinchó con el exterior un servicio de Baraja, se acomodó el cuero y soltó un latigazo que superó la estirada de Kahn (minuto 30). España había aplicado su talento, pero los germanos apenas tardaron en reaccionar. Con los impulsos de Jeremies y las arrancadas de Schneider, el combinado de Voeller empezó a rondar los dominios de Casillas, y a la primera acertó. Fue en un saque de esquina confuso, mordido, empujado por la testa de Woerns y culminado por Bobic casi sin querer (minuto 38). El choque había entrado en otra dimensión, pero las dos selecciones tuvieron miedo de rajarse y se dieron una tregua hasta el descanso.

Raúl, que por aquel entonces ya era un hombre récord, encontró en el segundo acto las piernas de Vicente y Joaquín, que se pegaron a las orillas. Dos zancadas, una por cada flanco, sirvieron para que el delantero español ejecutara dos voleas que no encontraron premio, pero que alertaron a los alemanes.

El combinado de Voeller echó mano de Jeremies, su mejor expresión, y el futbolista del Bayern estrelló un sensacional lanzamiento desde medio campo en el larguero y poco después probó fortuna desde la media luna. El tiempo suficiente para que emergiera nuevamente Raúl. Woerns lo atropelló en el área y el atacante ejecutó una pena máxima que alivió a España y tumbó a Alemania (minuto 75). Con el partido cuesta abajo, una carrera de Vicente encontró a Guti, que definió ante Kahn y selló una victoria plácida.

Guti se ha acostumbrado a ser suplente, tanto en el Real Madrid como en la Selección Española, pero cada aparición suya en un partido acaba bañada en oro. A pesar de los años, el delantero sigue teniendo la obligación de reivindicarse partido a partido y ayer volvió a encontrar petróleo. Fue en un balón perdido tras una jugaa de Vicente por la banda izquierda; el madrileño recogió el cuero ante la salida de Oliver Kahn y lo alojó en la red tras un sutil disparo cruzado. Fue el tercero de España y el gol de un futbolista que sigue siendo rentable para el equipo que defienda.