Samuel Etoo intenta controlar el balón en una acción del partido disputado en el Bernabéu.

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Xisco Cruz. Enviado especial a Madrid.
El Mallorca invita a soñar. El equipo de Gregorio Manzano ofreció su mejor discurso en Madrid y se adueñó de una eliminatoria que llegó a peligrar cuando Portillo, a poco del arranque, amenazó con convertirla en un monólogo del Real Madrid. Un excelente balance defensivo y un extraordinario gol de Miquel Àngel Nadal permitieron a los baleares salir ilesos del Bernabéu en todo un ejercicio de actitud y carácter, algo que deja los cuartos de final pendientes del encuentro de vuelta en Son Moix. El conjunto balear se siente cómodo en la Copa y ha advertido que éste puede ser su año (1-1).

Manzano pertrechó un centro del campo apañado, muy físico. Puso a Marcos como la referencia en la contención y obligó a Riera y Novo a presionar muy arriba, justo en los canales de transmisión del balón del Madrid. El equipo de Del Bosque se sintió abrumado en el inicio, acorralado. Flavio y Celades se veían obligados a retroceder, a mirar siempre a la cara de César. Con Miñambres y Roberto Carlos como únicas vías para darle sentido al juego, los blancos no se sentían nada cómodos.

El Mallorca, confiando al talento de Ibagaza, se manejaba con comodidad por el partido; algún que otro desmarque de Etoo, alguna que otra carrera de Novo. Con todo, el Madrid amenazaba con reventar la fita a la primera que saliera de la presión con cierto criterio, decidió darle alimento a las bandas. Con McManaman como lanzador, Raúl Bravo empezó a notar que su carril era una línea y tiró un par de zancadas que encontraron premio. Primero forzó un córner ante la llegada de Nadal y luego sacó un centro con la derecha que, tras golpear en Fernando Niño, Portillo envió a la red.

El delantero madrileño, uno de esos jugadores que llevan en gol en los genes, certificó que el vigente campeón de Europa -con o sin suplentes- es un catálogo de recursos en ataque (minuto 12). La diana del Madrid anestesió el choque, que se fue deshinchando a medida que avanzaban los minutos. Ni los locales se atrevían a tener el gobierno del encuentro, ni el Real Mallorca se atrevía a dar un paso al frente.