Moyà, ataviado con un traje típico de China, buscará hoy en Shanghai su primer triunfo. Foto: REUTERS.

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TOMEU TERRASSA. Enviado especial a Shanghai. Carlos Moyà comenzará hoy su carrera para proclamarse maestro del tenis de 2002. A las nueve de la mañana, hora española, saltará a la pista del centro de exposiciones de Shanghai reconvertido en una magestuosa pista central para enfrentarse al ruso Maraf Safin en el partido inaugural del Master de Shanghai. La última hora de la previa viene marcada por los problemas físicos que arrastra desde el torneo de Madrid y que ya le pasó factura en París al enfrentarse en el partido de semifinales. Tras la semana de descanso parecían haberse esfumado estos problemas pero ya en tierras asiáticas y tras el interminable viaje han vuelto a aparecer.

El partido, sin duda, se presume difícil y complicado ya no sólo para el mallorquín, sino también para Safin, aunque las apuestas se decantan, pero por muy poco, a favor del ruso. Safin ha protagonizado un brillante final de temporada mientras que Moyà ha sido más regular en su tenis en el transcurrir del año. Carlos llega a esta final del Mundial muy motivado, motivación que ha ido adquiriendo en las últimas horas al encontrarse muy agusto con la pista de una superficie muy similar a la de hace quince días en París.

En la jornada de ayer, los tenistas, los ocho mejores del mundo, más el suplente, Johansson apenas pudieron entrenar, sólo lo hicieron en la sesión matinal ya que, a primera hora de la tarde, comenzaron un largo peregrinaje con un programa apretrado de actos oficiales. Todo comenzó en el puerto de Shanghai, donde tuvo lugar una sesión fotográfica para vender la ciudad asiática. Fue impactante ver como los nueve mejores tenistas del mundo vestidos con el típico traje chino, a lo Mao Tsetung, imagen simpática y que sin duda está dando la vuelta al mundo.

Después en el centro de exposiciones tuvo lugar una multitudinaria rueda de prensa con más de medio millar de periodistas acreditados para este evento, rodeado de gran lujo, aunque para los protagonistas se llegó a hacer interminable puesto que también aparecieron los protocolarios discursos en cuaquier apertura de un Mundial. Quizás su entrenador, el menorquín, Joan Bosch, era el que mostraba más preocupado. «Carlos lleva muchísimos partidos esta temporada y su espalda se está comenzando a resentir. Tiene pequeños dolores que le están incomodando en esta recta final por lo que hemos decidido realizar unos entrenamientos suaves aunque estoy sorprendido por la intensidad con la que ha estado entrenando desde que llegamos a China.