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El Real Mallorca ha pulverizado su mejor récord en Primera y lo ha hecho en un año de transición. Después de cerrar el pasado curso con algo más que un susto en el cuerpo, el club daba forma a un proyecto marcado por la continuidad y también por la recesión. Las tres primeras jornadas, acompañadas de tres derrotas, invitaron al pesimismo, pero Gregorio Manzano echó mano de su botiquín de primeros auxilios e inyectó a su grupo una dosis suficiente de motivación para convertirlo, después de poco más de cinco semanas, en el equipo más regular de la Liga superando el mejor registro en la máxima categoría del fútbol español.

Hasta el pasado domingo, el equipo del técnico de Jaén había protagonizado la hombrada de igualar la marca de Aragonés de cinco partidos consecutivos ganando. Pero al «Sabio» de Hortaleza se le acabó la Liga mientras que el actual grupo, además de tener por delante más jornadas, parece que nadie ni nada puede detener la velocidad de crucero que ha tomado en el presente campeonato nacional. Al margen de los sistemas de juego, dibujos y mínimas variaciones tácticas, Aragonés y Manzano han encontrado el éxito, no sólo gracias a su manual futbolístico, también ha influido en gran medida la capacidad de infligir al grupo una adecuada dosis de psicología que ha resultado determinante para no tirar la toalla en momentos donde todo sale del revés.

En estos momentos, con el equipo tercero y cumplido ya un cuarto de Liga, el entorno piensa, inevitablemente, en Europa. De puertas para adentro, es decir, en el vestuario y en la planta noble de Son Moix, la prudencia es máxima, casi extrema, y bajo ningún concepto se quiere dar una imagen de euforia. Lo valorado en el club, en estos momentos, es el espacio que abre con los equipos llamados a ocupar una de las tres plazas de descenso a Segunda. Después de nueve jornadas y seis partidos consecutivos ganando, el once de Manzano se distancia en once puntos del Espanyol que es antepenúltimo, situado dos puestos por encima de Osasuna y Recreativo de Huelva que, o mucho cambian las cosas, o son dos equipos llamados inevitablemente a descender.