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El nombre de Samuel Etoo puede originar cambios sustanciales en el dibujo de Gregorio Manzano. Cumplida a regañadientes su sanción "cinco partidos por un incidente fechado la temporada pasada con Miguel Àngel Angulo", la vuelta del delantero no deja de ser una excelente noticia para el Mallorca, pero también el epicentro de un interesante problema. Encajar a Etoo es tan fácil como complejo, aunque el asunto capital radica en la variante del 1-4-4-2 a la que recurrirá el entrenador para acomodar a un futbolista al que siempre persiguen los focos.

La primera de ellas sería sinónimo de revolución y también una clara apuesta por un equipo con un claro talante ofensivo. Aparentemente, el Mallorca adquiriría una gran capacidad de amenaza, pero también estaría predestinado a perder consistencia. Un centro del campo con Harold Lozano (pivote), Albert Riera (flanco izquierdo), Àlvaro Novo (derecha) y Ariel Ibagaza (mediapunta) parece garantizar llegada y suministro para Walter Pandiani y Samuel Etoo; pero formar un rombo en la sala de máquinas con estos cuatro jugadores también plantea serias dudas en otras facetas importantes del juego y, de paso, la salida del equipo titular de Julián Robles.

Recurrir al doble pivote es una elección por la continuidad que a su vez también lleva implícita una elevada carga de revolución. Si el nueve es para Pandiani; Samuel Etoo se coloca unos metros por detrás y Lozano y Robles actúan como pivotes, al entrenador se le plantea una difícil papeleta. Ariel Ibagaza debería caer en banda (¿izquierda o derecha?) y no habría sitio para Albert Riera o Àlvaro Novo.