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Miguel Vidal Cuando no entrena, siempre tiene que hacer algo en casa. Ayer, a pesar de que llovía en Alcobendas, que es donde vive, arreglaba cosas en el jardín. Culejava, que decimos nosotros en mallorquín. Pero es que Luís Aragonés es así. Le gusta decir que de Hipólito Aragonés Plaza, su padre, aprendió la constancia, y de su madre, Generosa Suárez Muñiz, la dedicación. El caso es que a sus sesenta y cuatro años sigue híperactivo e igual corta un geranio, que habla por el móvil con Paulo Futre o atiende las llamadas de los periodistas. Cuando soy yo quien le llama no se resiste a contarme otra vez la anécdota de su debut en Primera División como futbolista, hace ya la friolera de cuarenta y dos años.

En su subconsciente tiene la idea que el Mallorca ha sido en determinados episodios de su vida un equipo gafe. Verán por qué. Dice Luís: «Siendo jugador del Oviedo mi primer partido en Primera División fue el 11 de diciembre de 1960 en el Luís Sitjar de Palma. Nos ganó el Mallorca 1-0, con gol de Quirro. Un equipo gafe el Mallorca para mí porque al año siguiente pasé al Betis y mi debut con este equipo fue en la primera jornada de la Liga 1961-62 en el Benito Villamarín y también nos ganó el Mallorca 0-1, con gol de Forteza». Y añade: «Lo de gafe es broma, porque coincidió el perder por el mismo resultado y ante el mismo rival en mi debut con Oviedo y Betis, pero la verdad es que del Mallorca guardo un gran recuerdo. En Son Moix disfruté de ser entrenador».

Como el fútbol es una encrucijada de caminos, el pasado fin de semana coincidieron en el aeropuerto de Barajas el Atlético de Madrid que se iba a Oviedo ya como equipo de vuelta del infierno y el Mallorca al Bernabéu en busca de que sonara la flauta. Que sonó. «Cuando me encontré con el Mallorca me llevé una gran alegría. Le deseé suerte a Tomeu Llompart y a todos los jugadores, claro. Lo cierto es que me emocioné», dice Luís. «Les ví animados y el punto que se llevaron puede valer su peso en oro, aunque ahora hay que rematar la faena este sábado contra el Valladolid y no va a ser fácil», añade.

Luis también se ha emocionado, se lo noto en el tono de voz, al recordar este episodio de Barajas, que por otra parte habría sido banal de no mediar la circunstancia de darse de bruces la plantilla bermellona y el entrenador que más rendimiento le ha sacado. Y, claro, surge la comparación entre el esplendor de ayer y las fatigas de hoy siendo los mismos hombres. «Para mí es muy difícil entender lo que le ha podido pasar esta temporada al Mallorca. Es inexplicable. Es cierto que cuando un equipo empieza mal a veces no coge la brújula, pero con la plantilla y el equipazo que tiene el Mallorca no puedo entender los apuros que ha pasado y que pasa aún para mantenerse en Primera», asegura Aragonés. «Y todavía es más difícil de explicar porque no sólo tiene la misma plantilla que estuvo a mis órdenes, sino que esta se compone de unos futbolistas con tanta veteranía y experiencia que le hacen a uno involucrarse y soñar en grandes empresas», añade Luís.

Habla de involucración, pero él se marchó del Mallorca, dejando el proyecto de «súperequipo» a medio hacer. Le pregunto si su marcha pudo deberse a la constatación de que la propiedad no quería invertir en refuerzos y lo niega. «Todo fue por culpa de un calentón, y la verdad es que cuando se me pasó el enfado me arrepentí. No fue cuestión de fichajes ni de nada en concreto, sólo que me molestó saber que estaban buscando entrenador a mi espalda, me enfadé y pronuncié unas palabras de las que luego fui prisionero», asegura Luís Aragonés.