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El mallorquinismo pasó de la incertidumbre a la euforia en cuestión de segundos. Fueron aquellos en los que Fernández Marín puso punto y final a la pesadilla del Bernabéu, un mal trago que acabó con regusto dulce. La situación límite que afrontaban Llompart y compañía fue vivida de forma intensa en la Isla a través de la pequeña pantalla. Las peñas amontonaron una ingente cantidad de ilusiones que un gol anulado estuvo a punto de tirar por la ventana. Pese a que la mayoría de seguidores optaron por vivir en familia o en la soledad del sufridor el penúltimo paso hacia la permanencia, los núcleos duros del alma barralet optaron por compartir nervios y una hora y media de infarto.

Parecía que el dominio del Real Madrid iba a ser la nota predominante, pero las incursiones de Luque y compañía en ataque alimentaron las esperanzas de unos aficionados que no dudaron en hacer visible y exteriorizar el stress deportivo acumulado. El tanto anulado a los blancos provocó que más de uno tirara la toalla durante unos instantes en los que pareció que todo se acababa, que la Segunda División estaba más cerca que nunca. Gracias que desde las ondas, las noticias "en el Insular" invitaban a mantener viva la llama de la esperanza.