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X.C.S. «Es hora de hablar sobre el campo». Apenas 24 horas después de que el filial perdiera ante el San Fernando y regresara a la UCI porque su estado de salud había empeorado, Tomeu Llompart instó a sus futbolistas a que plasmaran sobre la hierba las buenas intenciones que evidenciaban en los entrenamientos. Un puñado de semanas más tarde, el Mallorca B amontona cuatro jornadas sin perder y ha vuelto a planta, porque su aspecto ha mejorado mucho.

El vestuario balear ha recuperado la sonrisa y ha abandonado las plazas de descenso. Instalado en la 14ª posición, pero con la amenaza perenne del descenso, el grupo rojillo se ha granjeado el respeto para encarar el tramo final de competición. Ha acicalado sus dígitos (suma 37 goles a favor y ha recibidos los mismos en contra), ha logrado ocho de los últimos doce puntos y en cuatro partidos ha logrado 10 dianas y sólo ha encajado un gol.

Inició su rehabilitación goleando al Algeciras, uno de esos equipos que circulan por la Liga mostrando sus miserias. A pesar de todo, el filial mostró un nivel superior al de otras fechas y, con un once minado de futbolistas procedentes del juvenil y del Ferriolense, tomó oxígeno. Una semana más tarde visitó al Motril, líder de la categoría. A los insulares se les escapó el triunfo a poco del cierre, pero sumaron un punto que les invitaba a soñar. De regreso al Lluís Sitjar, el filial afrontó con optimismo la visita del Ciudad de Murcia, conjunto diseñado para el ascenso y que cuenta con futbolistas de la calidad de Zárate, Cordero o el mallorquín Vidal.

El Mallorca B firmó el mejor partido del curso y arrolló al grupo murciano, que se encuentra muy cerca de la fase de ascenso. Los de Llompart repetían en Ciutat el pasado domingo y lograron un triunfo cómodo ante el Díter Zafra, un equipo que complicó el ingreso de la primera plantilla en la segunda ronda de la Copa. La irrupción de Albert Riera, la consolidación de Amate, la solidez de Buades y la puntería de Tuni han sido algunas de las claves para explicar el rearme bermellón. Al filial le restan seis jornadas para cerrar uno de los peores campeonatos de su historia y gran parte de las opciones de lograr la permanencia pasan por sumar en la visita a Melilla el domingo.