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Con el crédito bajo mínimos y a demasiado kilómetros de las series de ascenso, Drac Inca y Menorca Bàsquet se reencontrarán esta noche en el Palau asociados por la escasa fiabilidad que ha adoptado su discurso. Ajeno a la elevada cotización que había adquirido durante las dos últimas temporadas, el clásico balear emerge sin un rostro convincente y salpicado por las dudas que siguen acumulando ambas escuadras en la recta final de la fase regular. De hecho, el premio que reserva el duelo contiene dosis importantes de tranquilidad, pero pocos gramos de ascensión real. En el caso del equipo mallorquín esta circunstancia se acentúa con claridad. El grupo de Oliete viene de jugarse la vida en Córdoba y disputar las series de ascenso lleva tiempo convertido en un viaje imposible.

El Menorca está un peldaño por encima, pero asoma la cabeza con demasiada timidez. En esta tesitura, para el grupo de Quino Salvo el partido no admite demasiadas lecturas: ganar le mantendría en la pomada; perder implicaría guiñar de nuevo un ojo a la zona muerta de la clasificación. Connotaciones al margen, el partido nace emitiendo un equilibrio brutal. Los manuales que manejan uno y otro no tienen nada que ver, pero pocas veces está tan claro lo que tiene que hacer uno y otro para inclinar la balanza. Partiendo de la base que chocan dos estilos casi antagónicos "defensa contra ataque", Oliete no ha dudado en reclamar la actitud e intensidad en el juego sin balón que exhibió su equipo en Córdoba. Salvo no ha precisado, pero en sus manifestaciones previas al partido siempre ha prestado una especial atención a la apertura del choque.

Eclipsado por el tamaño del partido, el estreno de Allen Ledbetter es un factor que puede tener su peso. Apenas ha tenido tiempo para adaptarse "se incorporó el lunes para sustituir a Lázaro Borrell", pero es un jugador que estaba compitiendo en Portugal y eso debe acelerar el proceso. Definido como la versión americana de Alberto Alzamora, la llegada de este nuevo jugador está llamada a endurecer el perfil del Inca e incluso mejorar las prestaciones de su juego interior, su principal núcleo de producción ofensiva. Oliete se ha apresurado a advertir que su nivel de compatibilidad con Alzamora es máximo y la nueva a puesta se antoja interesante. En la Liga lusa ha promediado 19 puntos y 11 rebotes por partido y eso son buenas referencias.

Kenny Green, Miguel Alberto Montañana, Alberto Alzamora y el propio Ledbetter se perfila como un cuarteto con más recursos que el conformado por Ulysses Moran, David Fernández, Nikos Giannopoulos o el renqueante Jordi Muñoz. Pero si la nómina interior del Drac Inca parece sumar algo más que la del Menorca Bàsquet, el paso de las jornadas también ha evidenciado con nitidez que en el perímetro no hay color. Fran Rueda, Pablo Ezequiel Catapano, Mario Santana y Lino López son una amenaza constante. Juan Miguel Navalón, Ramón Bordas, Sergi Grimau y Willy Villar personifican la irregularidad.

Aunque la propuesta de Salvo sigue siendo la misma (velocidad y prohibido especular en ataque), la salida de Derreck Anthony Layne y la llegada de Ulysses Moran ha acabado mostrando a un equipo más solidario. Layne acostumbraba a asumir una cuota de protagonismo exagerada y su despido ha revertido en el equipo. Rueda ha sido el gran beneficido, pero Floyd suma más, Mario Santana también y Lino López está ofreciendo su cara más rentable. La asignatura pendiente de uno de los equipos que más puntos anotan sigue estando en defensa. Es algo que parece atentar contra cualquier tratado de modernidad (los partidos se ganan en defensa), pero en el caso del Menorca parece algo intrínseco al plantel actual y no al libreto de su entrenador. Siempre ha sido complicado que tipos con clara vocación ofensiva aprieten los dientes.