Miquel Àngel Nadal celebra el tanto que consiguió en el partido de ayer. Foto: TOMÁS MONSERRAT.

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El Real Mallorca pasó ayer por todos los estados de ánimo posibles en un partido de fútbol. El equipo de Kresic fue alternando momentos de euforia, de tranquilidad, de miedo, de pavor, de excitación y, al final, experimentó la resaca de marcar cuatro goles y ver como los tres puntos se quedaban en casa.

Los argumentos que indican que este equipo logrará la permanencia aumentan semanalmente aunque también hay un claro problema a corregir, el de la falta de equilibrio, el de alternar con demasiada facilidad momentos de éxtasis con instantes de zozobra. Ahí pudo estar ayer el partido contra Osasuna. Lo peor del primer acto fue la sensación difícil de asimilar que uno tiene cuando se marcha sin haber sentenciado. En una primera mitad donde sólo hubo un equipo, el de Kresic, éste se permitió dar oxígeno al rival dejándole acortar distancias cuando el marcador era de dos a cero. Una falta de concentración fatal en una jugada a balón parado metió a Osasuna en el encuentro poco antes de enfilar el túnel de vestuarios. Sin embargo, hasta ese minuto el Mallorca jugó con descaro, con garra, con inteligencia y mostrándose muy superior al rival.

Ariel Ibagaza campaba a sus anchas, tenía espacios para meter pelotas envenenadas e incluso se permitió el lujo de fallar hasta dos ocasiones de gol. No obstante sería injusto individualizar en uno u otro cuando en este primer tiempo el juego colectivo fue la clave para superar al once de Miguel Àngel Lotina. Tras dos avisos serios llegó el primer gol mallorquinista. Samuel Etoo finalizó con éxito un lanzamiento de córner de Campano que antes de llegar al camerunés pasó por al cabeza de Niño y terminó por descolocar la maltrecha defensa visitante. El juego lo ponía el Mallorca, las ocasiones también y estas llegaron por momentos a ser constantes. A los 34 minutos, Niño fue empujado dentro del área y el colegiado señaló penalti. Tras una discusión por saber quién disparaba, Etoo "que ayer cumplía años" fue el que lanzó y presumiblemente sentenciaba el partido.

Osasuna seguía fuera de Son Moix y sólo por deméritos del Mallorca podía llegar a meterse. Así fue, ni más ni menos. El equipo navarro lanzó una falta desde la banda derecha, la defensa navegó y Gancedo se encontró con el balón en sus pies sin nadie que le impidiera lanzar con comodidad. El jugador de Osasuna chutó y marcó. Antes del descanso, el rival despertó, se dio cuenta que la jornada había empezado y se metió en el partido.

El grupo navarro vio tocado al rival, terminó por meterse definitivamente en el encuentro y antes de los veinte minutos Palacios marcó el segundo e igualó el choque.

Sin embargo, el Mallorca, con un gol de Miquel Àngel Nadal, volvía a poner al equipo mallorquinista por delante. Paco Soler, convirtió el último, de lanzamiento de falta.