TW
0

JORGE MUÑOA
Los de Imbroda afrontaban dos cuestiones ante Letonia. Confirmar que la lección del primer día no era casualidad ni de la permisividad del adversario, y encarrilar esta fase tras salvar el choque de mayor relevancia. Para colmo, la tarea debía cumplirse contra un equipo que ha llegado repleto de calidad, sobre todo en la línea exterior que acaparó el trabajo de los técnicos.

España pasó el examen con una excelente calificación. Los informes de Gustavo Aranzana y la pizarra de Imbroda construyeron un mecanismo perfecto para reducir a la mínima expresión el bombardeo que Miglinieks, Bagatskis y Stelmahers tienen por costumbre lanzar sobre el aro adversario. Una de las estratagemas del equipo español consistió en colocar a Lucio Angulo sobre Miglinieks, el base, y a los ocho minutos ya estaba en el banco.

De no ser por un tirador enmascarado, que no se había prodigado especialmente en esa labor, el ala-pívot Uvis Helmanis, los bálticos habrían entrado en coma profunda a las primeras de cambio porque la selección volvió a ser un conjunto disciplinado en defensa y versátil en ataque. Helmanis despachó los dos cuartos iniciales con veinte puntos y todos los triples de Letonia en su estadística, pero España también anotó seis veces desde los 6'25 metros y manejó el ritmo y el juego de principio a fin.