El futuro empieza hoy para el Mallorca. El equipo de Krauss jugará
esta noche el partido de ida de la previa de la Champions en el
infernal estadio del Hajduk Split. Los de Bernd Krauss tienen en
sus manos una segunda oportunidad, esa de la que sólo disponen un
reducido número de futbolistas. Hace dos años el equipo balear echó
por tierra la posibilidad de entrar en la Liga de Campeones. El
Molde impidió a toda una Isla disfrutar de la mejor competición
continental. Sin embargo, casi la mayoría de jugadores que vivieron
esa pesadilla, han conseguido, con su esfuerzo, volver a tener la
oportunidad de ingresar en el olimpo del fútol moderno.
Los mallorquinistas tienen una espina clavada y esta noche
empieza la operación de extracción. En la calurosa ciudad de Split,
los rojillos buscan resarcirse de una de las peores experiencias
vividas en un campo de fútbol. Tras el batacazo de hace dos años,
el Mallorca ha ganado en experiencia. Sabe que cualquier tipo de
confianza puede ser fatal de necesidad y, de ahí, que todo el grupo
mallorquinista haya insistido una y otra vez en que la confianza en
estos momentos es mucho mayor que cuando Mario Gómez dirigía a este
mismo equipo. Con la conjura de vestuario hecha realidad, ahora
sólo resta el conocer cómo reponderá el equipo físicamente y de qué
manera afrontará el ambiente infernal que se vive en el Poljud
Stadium.
El equipo de Split se caracteriza por contar con el apoyo
incondicional de sus seguidores que esta noche llenarán las 50.000
localidades disponibles en el vetusto campo croata. En el apartado
deportivo, Krauss no dispone de los lesionados, Miquel Soler y
Gustavo Siviero. Tampoco podrá contar con Finidi George ya que ayer
se confirmó definitivamente su pase al conjunto del Ipswich Town.
Su plaza en la zona de interior derecho será ocupada, en principio,
por Àlvaro Novo. El resto de futbolistas serán los mismos que han
ido actuando en los diferentes partidos de pretemporada. El
conjunto isleño quiere dejar los menos asuntos pendientes para el
partido de vuelta y de ahí que no sirva el referente de Molde donde
un empate a cero no fue ni mucho menos suficiente como para seguir
adelante. La consigna es intentar ganar y, cuando menos, marcar un
gol en el estadio croata.
Para ello el alemán dispone de todos sus mejores artilleros y de
un Ibagaza que puede convertirse en fundamental ya que su juego
entre líneas resulta fatal para un Hajduk que en defensa presenta
lagunas importantes. La posesión del esférico y también el aguantar
con fe los primeros veinte minutos de juego, se aventuran como dos
de las principales claves a la hora de intentar buscar un resultado
interesante.
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