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EFE - Hamburgo
El español Albert Portas consiguió ayer lo que parecía imposible, detener la marcha imparable de su compatriota Juan Carlos Ferrero y vencerle en la final del torneo de Hamburgo. Portas obtuvo el primer título de su carrera al superar al triunfador en el torneo de Roma la semana anterior, por 4-6, 6-2, 0-6, 7-6 (7-5) y 7-5 después de tres horas y media de lucha.

El barcelonés obtuvo a sus 27 años el premio a su gran constancia y por fin un título. Portas había salido de la durísima fase previa del cuadro alemán, donde ganó sus dos partidos y acabó ganando el título después de seis victorias en el principal. Vio clara su gran oportunidad de salir del anonimato cuando derrotó a Martin en cuartos, y sobre todo, al dejar K.O. al australiano Hewitt en semifinales en el que calificó como «mejor partido» de su vida. En la final número 50 entre españoles en el circuito, Ferrero tuvo al alcance de su mano un título que le hubiera convertido en el sexto jugador en la historia en ganar los títulos de Roma y Hamburgo el mismo año, y el primero en lograrlo en dos semanas consecutivas.

Después de perder el segundo set, Ferrero ganó nueve juegos consecutivos para hacerse con el tercero por 6-0 y dominar el cuarto 3-0. Portas parecía entregado pero no quiso ceder, ni siquiera cuando Juan Carlos se colocó a sólo dos puntos de la victoria final con 5-4 30-30 y saque del barcelonés. Conjurado este peligro, Portas se rehizo para ganar esta cuarta manga en el desempate, con una doble falta final de Ferrero que indicaba que su brazo comenzaba a resentirse de tanto trabajo acumulado en las anteriores semanas.

El quinto set fue épico, con los dos jugadores dispuestos a dejarse la piel en cada punto, pero siempre fue Portas el que dispuso de las mejores oportunidades. La oportunidad de Ferrero estuvo en el séptimo juego cuando dispuso de tres bolas de ruptura, pero Portas las abortó todas con una gran frialdad. Luego rompió el saque de su rival, pero Ferrero recuperó al hacer lo propio al siguiente. En el duodécimo, el catalán sentenció a la segunda oportunidad y se estiró en la tierra para celebrarlo.