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86 DRAC INCA: Cabral (12), Stacey (26), Montañana (4), Villar (11), Orlando Lightfoot (26) "cinco inicial", Edu Sánchez (3), Mons (2) y Crespo (2).
19 de 32 en tiros de 2 puntos. 9 de 28 en tiros de 3 puntos. 21 de 27 en tiros libres. 35 rebotes (24 en defensa y 11 en ataque). 21 faltas personales.
91 MENORCA BÀSQUET: Patri Reynés (17), Deveaux (22), Savane (14), López Vilas (8), Santana (16) "cinco inicial", Rueda (8), Pérez Alarcón (0) y Jordi Muñoz (6).
Arbitros: José Luis Estévez (Galicia) y Juan Uruñuela (País Vasco). Castigaron con una falta técnica a José Luis Abós García, entrenador local, y excluyeron por cinco faltas personales a Orlando Lightfoot (Inca), López Vilas y Mario Santana (Menorca Bàsquet).

ALBERT ORFILA
El clásico balear dejó malherido al Drac Inca. Se ha metido el grupo de Abós García en terreno pantanoso. La crisis es evidente. Se han amontonado los pasos en falso y en el horizonte aparecen demasiadas preguntas. Nada es como antes. El discurso es confuso y el equipo se ha instalado en el desencanto. El rediseño iniciado semanas atrás "Orlando Lightfoot por Kelby Stuckey" ha afectado de lleno al andamiaje del plantel, se han perdido las señas de identidad y el desequilibrio es industrial.

A partir de aquí pueden entenderse muchas cosas, entre ellas, que obtener la cuarta plaza resulte una quimera y que Menorca Bàsquet se llevara hasta el basket-average. Drac Inca afrontó el día D despojado de centímetros y Sitapha Savane fue quien encumbró al Menorca Bàsquet. Hizo lo que quiso. Se apropió de la pintura y sentó un principio de autoridad que marcó el duelo. Los pequeños detalles hicieron el resto: Luis Merino no tuvo un solo segundo "la grada se irritó por ello", Anthony Stacey tuvo que trabajarse todos los tiros "así no se optimizan los recursos" y el arbitraje resultó mezquino.

La cita quedó descosida a las primeras de cambio, paradójicamente desde la línea donde Drac Inca tenía más cosas que decir. Cinco triples en el primer cuarto (Mario Santana 2, Patricio Reynés 2 y De Carlo Debeaux) fracturaron el marcador (14-27) y encendieron la alarma. En cinco minutos, la escuadra local sólo había sido capaz de producir dos puntos (2-15) y la espesura era absoluta. Willy Villar se habían ido al banquillo, pero con el timón en manos de Edu Sánchez el guión apenas sufrió alteraciones. Menorca estaba pasando el rodillo y la herida se iba agrandando con la misma rapidez que el cronómetro dilapidaba minutos.