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En cualquier equipo de segundo orden, el cambio de una pieza importante suele llevar implícita una carga enorme de revolución. Si es imposible encontrar a dos tipos clónicos, cuando la nueva apuesta implica la salida del jugador interior más valorado del plantel "Kelby Stuckey" y la llegada de un alero es que soplan vientos de cambio. La contratación de Orlando Lightfoot personifica eso, un movimiento drástico en el viaje del Drac Inca. Aquí hay tomate.

El estreno de Lightfoot ante Los Barrios dejó algunas cosas en el aire, pero también dejó muy claro que el club mallorquín ha fichado a un tres. Es obvio que ha mejorado el repertorio de su perímetro, pero su juego interior puede resentirse notablemente. Ésa es la principal incógnita que sacude al nuevo plan. Durante los veintidós minutos que estuvo sobre la cancha, Orlando Lightfoot se mostró como un baloncestista con desparpajo, un jugador de calidad que puede aportar cosas interesantes, pero apenas pisó la pintura, una zona donde Stuckey siempre se dejaba notar.

De hecho, el fichaje de Lightfoot se antoja incongruente en un equipo que tiene en nómina a Miguel Angel Cabral, Luis Merino, Llorenç Mons y el propio Anthony Stacey, aunque también habrá que ver cuál es la evolución de un jugador fichado para ejercer funciones de cuatro y que debutó sin entrenar y sin conocer sistema alguno.

Pese a todo, parece haber la hora de Santi Aldama, un pívot que llegó a la capital de Es Raiguer avalado por los números que había rubricado en la Liga EBA durante el curso anterior y que en Inca está pasando desapercibido.