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MIGUEL LUENGO - BARCELONA
El doble español ganó la guerra, una auténtica batalla en la pista, donde se disputaron todos los puntos con uñas y dientes, y también en las gradas, donde ambas aficiones se desgañitaron hasta morir, pero España domina por 2-1 al término de la segunda jornada de la final de la Copa Davis.

Àlex Corretja y Joan Balcells rompieron todos los pronósticos desfavorables para ellos, jugaron el mejor partido de los cuatro que ha disputado, se olvidaron de los complejos al enfrentarse con dos de los mejores especialistas, Mark Woodforde y Sandon Stolle, y con un inapelable 6-4, 6-4 y 6-4 permitieron que el sueño de alcanzar por primera vez el trofeo, algo distante después de lo sucedido el viernes, sea algo más factible.

Balcells y Corretja se enfrentaron con humildad contra un apisonadora que lleva 13 títulos del Grand Slam colgados del cuello, pero tuvieron un aliado psicológico que fue letal: el público, que esta vez respondió tal y como el capitán Javier Duarte había pedido con antelación. Fue una auténtica guerra en la que no faltó de nada, charangas, para animar con sus cánticos y sones de trompeta y tambores, banderas, canguros de plástico que aparecieron a centenares (como si hubieran procreado por la noche) y júbilo. Todo para crear una atmósfera difícil de imaginar tras el ambiente gélido del primer día.

España contó además con un aliado en campo contrario. Sandon Stolle campeón del US Open en 1997, estuvo desangelado, fuera del partido y aturdido por el ambiente no pudo colaborar con la experiencia de Woodforde y perdió tres veces su saque, uno en cada set. Todd Woodbridge, el otro «woodie» que está en Orlando con su mujer Natasha esperando el nacimiento de su primer niño, se hizo desear en la pista contra los españoles.