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Cubierto el primer tercio de la fase regular, Inca, en especial su entorno baloncestístico, tiene algo muy claro: José Luis Abós García genera muchas cosas excepto indiferencia. Esta redacción ha querido subirlo al estrado y seis nombres con peso en el baloncesto de les Illes "Miquel Reynés, Joan Alemany, De la Cruz, Ventura Blach, Jaume Estarellas y Joan Mateu Canyellas" han emitido su juicio.

Diez jornadas después, Abós ha conseguido que su equipo exhiba superávit (seis victorias y cuatro derrotas), pero el sentimiento de plenitud colectiva es mínimo. La sombra de Paco Olmos, su antecesor en el cargo, es alargada. El preparador valenciano, pese a la decepción que supuso quedarse a medio camino en los playoffs, caló hondo entre la hinchada y las comparaciones con el pasado más reciente son inevitables. «Creo que los resultados son los esperados, incluso buenos, pero no detecto una excesiva conexión con el entrenador. Está claro que en el deporte profesional los resultados dictan sentencia, pero cuando uno gana y no recopila demasiados elogios, algo pasa», opinó Ventura Blach, ex director general de Deportes y un personaje estrechamente vinculado al deporte de la canasta.

Jaume Estarellas, presidente de la Federació de Bàsquet de les Illes (FBIB), se mostró contundente en la apuesta técnica del Drac Inca. «No lo conozco personalmente, pero si debemos juzgarle como profesional la verdad es que se currículum no me dice nada. Merchante, Ventura y Olmos, por ejemplo, eran entrenadores conocidos y con una trayectoria a sus espaldas. Oliete, Pedro Martínez y Quino Salvo, los tres últimos que han estado en Menorca, también. Abós llevaba muchos años alejado del baloncesto profesional y eso significa algo; este aspecto hace que no me inspire confianza. Considero que se han firmado a buenos jugadores, el equipo tiene raza y le están sacando las castañas del fuego».

Miquel Reynés, hasta esta temporada máximo responsable de los servicios médicos de club de Es Raiguer, se refirió a Abós subrayando que «es un entrenador trabajador y exigente, pero desde fuera da la impresión de que el equipo está demasiado nervioso y tenso. A un equipo se le puede meter presión en un momento determinado, pero no siempre. Creo que hay que dejar trabajar a este equipo, cuya calidad humana es impresionante».