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El evento celebrado en Son Moix por la empresa «Friends 2000» con la única finalidad de recaudar fondos para Unicef se saldó con unos beneficios de unos ocho millones y medio de pesetas pero también con un notable enfriamiento en las relaciones entre el Ajuntament de Palma y el Real Mallorca, propietario e inquilino habitual del estadio, respectivamente. La paupérrima entrada de público que registro el recinto en las horas previas y durante el encuentro ante el Bayer Leverkusen "apenas dos mil personas presenciaron el Real Mallorca en Palma", la pobreza del espectáculo y el hecho de que en las gradas se hablara mayoritariamente en alemán han llevado a la entidad bermellona a presentar una queja ante el Ajuntament.

Según declaró a este periódico el director de relaciones externas, Ramon Servalls, los organizadores del acto no tuvieron en cuenta ninguna de las recomendaciones que hizo el club para que la presentación del Mallorca 2000-2001 fuese lo más similar posible a las que se celebraban antaño. «No se nos hizo caso ni en los precios de las entradas ni tampoco en los horarios y el resultado es que lo que podía haber sido una fiesta del fútbol se ha convertido en una fiesta alemana. Este ha sido el fracaso más grande de un acto en el que ha participado el Real Mallorca y nos sentimos absolutamente despreciados», afirmó el directivo bermellón.

Las quejas de Servalls obtuvieron una réplica instantánea por parte de Cort. El concejal de Deportes, Gaspar Oliver, no ocultó su enfado por la actitud del club al asegurar que, al margen de cuestiones organizativas, nada había molestado más al Real Mallorca que el propio resultado del encuentro. «Es muy posible que si en vez de perder 0-4 llegan a ganar, ahora nadie estaría hablando de todo esto. En cualquier caso quiero señalar que el Ajuntament se ha limitado a ceder un recinto de su propiedad en virtud de un convenio firmado precisamente con el Real Mallorca. Nosotros no hemos tenido nada que ver con la organización de este acto».