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En el vestuario de Real Madrid creen que Jancker estará en el banquillo y que sólo le utilizarán si el Bayern pasa apuros para remontar. El Real Madrid respira relajado en el hotel Rafael, el recinto hotelero más lujoso de la ciudad. Anoche, la expedición del Madrid, y en especial su técnico, Vicente del Bosque, recibió una visita especial: Luis Molowny, el salvavidas del club durante décadas, visitó el hotel.

Hacía tiempo que Molowny no se dejaba ver por Europa. Estuvo en Amsterdam, en el 98. En las últimas horas, Del Bosque, un fiel admirador del entrenador canario y puede que algún día no muy lejano, prolongación del cargo de Molowny en el Madrid, departió con su «profesor» durante varias horas en el hotel. Hablaron de fútbol. Molowny siempre ha sido un tipo que ha dado suerte. Tiene buena fama en el Madrid. Es casi un talismán. El Madrid se juega la temporada en 90 minutos. Eliminado de la Copa del Rey, con un pie fuera del grupo de élite que aspira a la Liga de Campeones, la plantilla gasta en MÚnich la última bala que posee en el cargador. Todo lo que no sea estar en París sería un duro revés para la entidad madridista. El 2-0 de la ida sólo invita a un optimismo moderado. Saben que en Munich, en el estadio Olímpico, no hay regalos. Los jugadores coinciden en que si salen a especular el Bayern les puede destrozar. Por eso el reto es manejar el balón con criterio y evitar el bombeo de balones hacia el área de Iker Casillas. Michel Salgado y Karanka son bajas por sanción, después de ver la segunda cartulina amarilla en la ida del Bernabeú. Geremi y Julio César se perfilan como sus sustitutos. Todo el equipo, incluido Àlvaro, lesionado desde hace dos años, hacen piña con el grupo. Sólo Bodo Illgner, el alemán del equipo, se quedó en Madrid. Del Bosque repetirá con la receta de los tres centrales que tan bien le va en Europa. Al lado de Julio César e Iván Campo saldrá de nuevo Iván Helguera, un jugador que va bien por arriba, y que en los partidos de altos vuelos siempre estuvo notable.