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LUIS VILLAREJO (MANCHESTER)
El Real Madrid buscará refrendar su doctorado en el fútbol europeo en un duelo de gallos, en una cita a la que acuden dos de las grandes locomotoras que buscan las semifinales de la Liga de Campeones con un puñado de estrellas, que se asomarán a Old Trafford con gran parte de su crédito en juego.

El 0-0 de la ida anima a los madridistas. La mayoría de sus jugadores afrontan este reto con especial entusiasmo. El morbo de saltar a Old Trafford es un plus más de motivación. Con la vida económica resuelta en la práctica totalidad de su plantilla, al Real Madrid le van las emociones fuertes.

Pocas veces se ha visto un ambiente tan eufórico en el Madrid de los últimos tiempos. Nadie quiere perderse el duelo. Roberto Carlos va a asumir todos los riesgos. Su lesión en el tendón rotuliano parece remitir. O por lo menos eso considera el brasileño, que por nada del mundo se perdería esta fiesta del fútbol. A Carlos, como le conocen en Manchester, no le amilana nada. Ni siquiera teniendo presente la lesión de su compañero de selección Ronaldo, que comenzó a renquear con una lesión similar.

Mañana el brasileño será titular. Y seguro que dirimirá un bonito duelo con David Beckham en la banda. Vicente del Bosque maneja pocas dudas. En las últimas horas siente la presión desde algún sector, que le pide la titularidad de Anelka. El perjudicado sería Fernando Morientes. Pero, al menos de inicio, parece que el francés tendrá la ocasión de reencontrarse, o mejor dicho, de bautizarse como futbolista del Real Madrid, ya en serio, en la segunda mitad.

De entrada, Anelka parece vivir una pequeña metamorfosis. Ya firma autógrafos. Ya se muestra un poco más amable con la gente. Tanto en Barajas como el aeropuerto de Manchester se mostró receptivo a las peticiones de los aficionados que le demandaban una firma de recuerdo. Y eso en Anelka comienza a ser noticia. Aunque luego uno le pueda ver durmiendo en el avión con las gafas de sol puestas. En la defensa del Real Madrid reina el optimismo. La mejora en los últimos partidos es evidente. Se fijan mejor las marcas. Y les sorprenden menos tanto en los saques de esquina como en los golpes francos, hasta ahora la asignatura pendiente de este Real Madrid.