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Aunque se trata de un campeonato absolutamente fracturado, con dos equipos (Atlético Baleares y Constancia) marchados del resto a una distancia inalcanzable, la recta final de Tercera División tiene aún algunas cosas interesantes que decir. Manacor, Penya Deportiva y Sporting Mahonés están dispuestos a repartirse toda la leña del mundo para colocar sus respectivas cabezas en el transbordador que lleva a la Segunda B. Serán cuatro semanas a codazo limpio. Una derrota a partir de ahora puede pagarse con el frustrante precio de echar por tierra toda la planificación de la temporada. Sin embargo los caminos que deben recorrer los tres aspirantes no tienen el mismo grado de pendiente. Mientras menorquines e ibicencos se enfrentan a sendos moradores de la zona oscura de la tabla (Eivissa y Arenal), el equipo que dirige Jaume Mut afrontará todo un test de resistencia recibiendo en Na Capellera al Poblense, un grupo descolgado de cualquier esperanza de ascenso pero nada dado a ir regalando puntos por ahí. Martí Munar tiene las tablas suficientes como para no permitir que su grupo se duerma por mucho que no haya nada en juego. Lo ciertyo es que no hay nada en juego. Ni en el Poblense ni en ningún otro sitio que no sea la lucha por meterse en la liguilla. Los dieciséis puntos que restan para la conclusión del campeonato apenas darán para zurcir algún roto. Como mucho la situación del Ciutadella o del Pollensa, que aún tienen ciertas opciones de eludir el descalabro.

La Penya Deportiva buscará ante el Eivissa tres puntos de oro después de un largo encuentro en los despachos. El presidente de la entidad, José Ramón Marí, ha venido denunciando a lo largo de la semana la, según su criterio, doble vara de medir del Comité de Disciplina de la Federación Balear de Fútbol y, en concreto, de su juez único, Baltasar Juan. El equipo pitiuso pide un trato justo en un momento justo.