Los jugadores mallorquinistas celebran el primer gol bermellón. Foto: TOMÀS MONSERRAT.

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2 REAL MALLORCA: Leo Franco (1); Olaizola (1); Nadal (1), Siviero (1), Miquel Soler (2); Lauren (1), Engonga (1), Francisco Soler (2), Carreras (2)(Djokaj, min. 78); Biagini (1) (Ibagaza, min. 85) y Tristán (1) (Polo Quinteros, min.90).
0 AJAX: Grim (2); Van Halst (0), Verlaat (1), Winter (0); Wamberto (0), Chivu (1), Knopper (1) (Babangida, min. 69); Brian Laudrup (1), De Clerc (1) (Kanu, min. 46), Nieeuwemburg (1); y Machlas (0) (Gronkjaer, min. 46).
GOLES:
Minuto 2, Francisco Soler bate por alto a Grim tras recibir una magnífica asistencia de Diego Tristán, 1-0.
Minuto 73, Biagini recibe un balón rebotado tras una falta directa lanzada por Nadal y marca de disparo cruzado, 2-0.

ARBITRO: Fritz Schultz (Austria). Amonestó a Biagini y Engonga, del Mallorca.


TOMEU TERRASA
Los apellidos ilustres impresionan poco a este Real Mallorca tocado por los dioses. El Ajax llevaba treinta y dos años paseando su condición de azote de los equipos españoles y la leyenda murió ayer en Son Moix, en una tarde desapacible y fría, nada precida a aquella atmósfera cálida que la temporada pasada mandó a los infiernos al también todopoderoso Chelsea. Fue un partido histórico, pero, además, malísimo. El grupo de Vázquez se limitó a resolver cuanto antes el asunto que tan brillantemente empezó hace quince días, con aquel gol de Tristán que perdurará por siempre en los anales bermellones. La incertidumbre sobre las intenciones del Ajax "un equipo que se vendió como la víctima de la eliminatoria desde que puso el pie en la Isla" quedaron disipadas bien pronto. Apenas tres minutos le bastaron al Mallorca para dar un paso de gigante en su clasificación a octavos. Tristán "que golea hasta cuando no marca" recogió un balón por la derecha, sirvió el balón al centro del área y Francisco Soler empalmó con convicción. Las gradas celebraron con alborozo aquel gol marcado por un mallorquín que permitía al equipo bermellón escalar un peldaño más en su historia de oro. El público hizo muy bien en festejar aquella acción porque a partir de ese momento el partido iba a dar muy poco más de sí.

Empecinado en decorar su equipo con hombres nada prácticos como Wamberto o Winter, Jan Wouters cavó su tumba en Son Moix desde el momento en que ideó la alineación inicial. El técnico del Ajax tardó cuarenta y cinco minutos en rectificar dando entrada a Gronkjaer, el auténtico motor del equipo en el juego de bandas. Y cuarenta y cinco minutos son muchos minutos cuando enfrente hay un equipo cansado de ejercer el papel de modesto. En los márgenes que permite un partido tan feo como el de ayer, el Mallorca dominó siempre a su rival, trenzó las mejores ocasiones para sentenciar pronto la eliminatoria y asfixió al Ajax con una presión sin concesiones en el centro del campo. A excepción de dos intervenciones de Leo Franco a sendos remates de Verlaat y Brian Laudrup, el equipo holandés limitó todo su repertorio en un monocorde concierto de toques de balón muy lejos del área bermellona. El Ajax sólo le ganaba al Mallorca en el tiempo de posesión de balón, una estadística engañosa que Biagini convirtió en ridícula en cuanto consiguió el segundo tanto del partido a un cuarto de hora para el final.