Carlos, en el suelo, fue una pesadilla para Alberto durante la primera mitad.
Foto: ALFAQUI

TW
0

2 REAL SOCIEDAD: Alberto (1); Fuentes (1), Loren (1), Pikabea (1), Rekarte(1); Gómez (1), Kuhbauer (1), De Pedro (2), Idiakez (1); Sa Pinto (1) y Bonilla(2).
Cambios: Aranburu por Kuhbauer, Aldeondo por De Pedro y Antia por Bonilla.

1 MALLORCA: Burgos (2); Olaizola (2), Niño (2), Nadal (2), Serrizuela (1), M. Soler (1); Engonga (1), Lauren (1), Ibagaza (1), Stankovic (1); Carlos (1).
Cambios: Tristán por Serrizuela, Djokaj por Stankovic y Carreras por Carlos.

ÀRBITRO: Japón Sevilla (Andalucía). Mostró tarjeta amarilla a Stankovic y Pikabea.

GOLES: 1-0 m. 23: Idiakez. 1-1 m.80: Tristán. 2-1 m.86: Aldeondo.

TOMEU TERRASA
Jugar bien o ganar, esa es la cuestión. El juego más brillante del Real Mallorca en lo que va de temporada se vio premiado ayer con cero puntos, un duro golpe en la moral de un equipo que ha hecho un firme propósito de enmienda desde que Vázquez se sentó en el banquillo. La Real Sociedad fue el primero en reír y también el último. El grupo de Krauss obtuvo la máxima renta a un fútbol ventajista, rácano en ataque y perezoso durante casi toda la segunda mitad hasta que Tristán igualó la contienda con un bello gol.

Ventajista, rácano y perezoso, pero el equipo vasco se llevó la victoria en una jornada en que el Mallorca saltó a Anoeta con fe, desplegó un fútbol alegre y pleno de sentido, llegó en ocasiones a disfrutar de su talento, pero terminó con cara de bobo. Jalonado por los buenos resultados desde que se hizo con las riendas del equipo, Vázquez sigue haciendo guiños a los amantes del fútbol. El técnico gallego se ha sacudido la timidez inicial para mandar definitivamente al traste el 4-4-2 de Mario Gómez y colocar un 4-5-1 de marcado poder ofensivo gracias a las asistencias que recibía Carlos por parte de Ibagaza, Lauren y Stankovic.

Con todo, fue el Mallorca quien pasó los primeros apuros. A los dos minutos de juego, Burgos brilló bajo la lluvia de Anoeta con una impecable intervención a disparo de Idiákez. Cuatro más tarde, se produciría la jugada que pudo haber condicionado el devenir del encuentro. Carlos Domínguez se encontraba totalmente solo en la línea de gol y Loren le quitó el balón levantando la bota a la altura de la cara del pequeño delantero sevillano. Japón Sevilla no vio nada. Aquel fue un mal presagio, el primer indicio de que al Mallorca el destino le estaba dando la espalda.

Las sospechas de que esa iba a ser una aciaga tarde quedaron plenamente confirmadas poco después, cuando Idiákez culminó a placer una acción combinada entre Bonilla y Sa Pinto para establecer el primer tanto en el marcador. Paradójicamente, aquella acción permitió ver con más nitidez al nuevo Mallorca. El grupo de Cúper, incapaz la pasada temporada de resolver un guión con el marcador en contra, hilvanó su mejor juego. El eje Lauren-Serrizuela-Engonga llevó el peso del ataque por la banda derecha e Ibagaza se encargó de dejar impronta de su extraordinaria "aunque desgraciadamente intermitente" calidad sirviendo balones al área. El Mallorca dispuso de todo un catálogo de opciones de gol pero no se decidió por ninguna. En frente, la Real Sociedad llevaba con pesadez la responsabilidad de ir ganando y renunció por completo a la iniciativa del encuentro.