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Ni la Universiada ha terminado ni a lo que queda por llegar se le puede dar el calificativo de juego. Finalizada la competición con la patética ceremonia de clausura del martes, la Fundación Juegos Mundiales Universitarios entra en la recta final con el espinoso capítulo de la liquidación, o lo que es lo mismo, el anuncio de la cantidad de dinero que el evento y sus instalaciones han costado a los ciudadanos de Balears y, en especial, a los de Palma. Los sucesivos cambios de presupuesto que han experimentado sus dos instalaciones estrella "el estadio multiusos de Son Moix y el complejo de piscinas de Son Hugo" han envuelto en una nebulosa el coste final de la Universiada. A estas alturas nadie se cree que Palma ha albergado un campeonato mundial y se ha construido un estadio de fútbol y un complejo de piscinas de primer orden europeo por doce mil millones de pesetas.

Los partidos de la oposición efectuarán pues un férreo marcaje a los dirigentes de la Universiada, un encuentro con las alineaciones de siempre en el caso del Ajuntament de Palma, pero con una colosal modificación en lo que se refiere al Govern balear. De fructificar el pacte de progres quienes han ejercido el papel de la oposición serán los encargados de dar cuentas sobre la participación final del ejecutivo autonómico en la financiación de los Juegos.