La ceremonia de clausura fue una fiesta de agradecimiento por la hospitalidad mallorquina. Foto: TOMÀS MONSERRAT.

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13 martes, ni te cases ni te embarques en una ceremonia de clausura sostenida con un presupuesto de todo a cien. La vigésima edición de los Juegos Mundiales Universitarios habrá sido todo lo buena que la organización asegura, pero Mallorca despidió ayer su verano más universal con una velada pobre y gris, jalonada de algunos momentos brillantes como la estelar actuación de la Patrulla Aguila y sus acrobacias celestes, pero aplastada por un soporífero hilo argumental que provocó un permanente trasiego de espectadores hacia las puertas de salida. Palma 99 debería haber rayado a más altura en su último acto si realmente aspira al título de mejor universiada de la historia. Cualquier verbena de barriada tiene más frescura y, desde luego, se oye mejor. El último acto de los Juegos Mundiales Universitarios tuvo un comienzo realmente prometedor. Al filo de las nueve de la noche, siete aviones C-101 pilotados por inspectores de la Academia del Aire irrumpieron sobre el cielo de Son Moix para iniciar una actuación espectacular. La escuadrilla ejecutó todo tipo de figuras acrobáticas y demostró el porqué se encuentra entre las mejores del mundo en su especialidad. Después de un desfile de banderas y atletas "afortunadamente más ágil y breve que el de la ceremonia de inauguración", los discursos de Joan Fageda y Primo Nebiolo y la posterior entrega de la bandera de la FISU al alcalde de Pekín, centraron la parte más protocolaria de la velada. Visiblemente eufórico por los resultados deportivos y organizativos de Palma 99, Fageda tuvo palabras de agradecimiento para todo el mundo "incluida la prensa" pero en especial para los voluntarios, a quienes entregará un pase gratuito para que puedan entrar en todas las instalaciones deportivas municipales durante un año, un anuncio muy aplaudido desde las gradas. El arriado de la bandera de la FISU y la extinción de la llama que ha flameado durante once días en el pebetero, todo ello al son de la Balanguera, fue otro de los momentos emotivos de la noche, que a partir de ese momento tendría muy poco interesante que ofrecer a los espectadores.