TW
0

Alicaído pero despojado de presión alguna, Bàsquet Inca cerrará esta noche su triste tránsito por la fase regular. Será en Orense y ante el equipo en el que juega Guillem Coll, aquel base al que un espabilado entrenador decidió agotar su ciclo después de tres temporadas y un humillante y mentiroso verano. Pero Coll se reencontrará ahora con su antiguo equipo desde una posición que no se presta a la nostalgia. El Inca lleva varias jornadas abocado a la más absoluta mediocridad y su futuro se escribe en el sótano de la LEB.

En Orense las cosas son diferentes, aunque tampoco anida un exceso de alegría. El proyecto gallego, diseñado para regresar con urgencia a la máxima categoría del baloncesto nacional, exhibe demasiadas grietas. Su millonaria inversión ha tenido un reflejo excesivamente tímido durante todo el trayecto liguero y su balance de puntos ofrece un equilibrio impensable "octavo con 13 victorias y 12 derrotas" en un equipo construido para pasearse.