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El Real Mallorca mastica turrón con la paz que da despedir el año líder y saber que esa condición durará, en el peor de los casos, hasta la segunda jornada de 1999. Con la salvación como único objetivo prioritario, pero instalado en unos números que codicia cualquier aspirante al título, el grupo de Cúper hace que la permanencia suene a chiste cada vez que incrementa su casillero de victorias o, más exactamente, cada vez que mantiene inalterado el de derrotas. Las cifras hablan solas. Trascurridas quince jornadas de liga, el equipo bermellón suma ocho puntos más que la pasada temporada en el mismo tramo de campeonato. Por aquel tiempo, el Mallorca deambulaba por el décimo puesto de la clasificación con más pena que gloria, se encontraba inmerso en una crisis de resultados que parecía interminable (dos puntos en cuatro partidos) y una intermitencia en el juego que presagiaba el final de un arranque espectacular. Cinco partidos ganados, seis empatados, cuatro perdidos y a trece puntos de distancia del líder.

El Mallorca 98/99 aún no sabe lo qué es perder dos partidos seguidos y es líder con una puntuación (29) que la pasada temporada apenas le permitiría ser tercero. Sólo en una cosa aventajaba el Mallorca de Mena y Amato al de Dani y Lauren: los goles a favor. Si algo ha aprendido la segunda plantilla de Cúper es a rentabilizar al máximo el gol como lo demuestra su primer puesto con cinco tantos menos que la campaña anterior. Pocos goles a favor, pero muchos menos en contra. El bloque de Cúper se está dando a conocer en Europa y no precisamente por haber eliminado al Heart o al Genk. Su defensa es la más sólida del continente y exhibe una eficacia especial en el Luis Sitjar donde tan sólo el Alavés, el Racing de Santander y el Heart of Midlothian en la Recopa han sido capaces de marcar.