Natalia Romero posa para este diario. | Fernando Fernández

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El perfil de deportistas de élite con una elevada formación académica es cada vez más corriente y habitual en nuestro país. Pero el caso de Natalia Romero (Jaén, 1988), la gran protagonista española de la matinal del estreno del atletismo en los Juegos Olímpicos de Tokio, resulta excepcional. Este sábado (14:00, hora española), peleará por una plaza en la final de 800 metros, aunque ya ha hecho historia.

Natalia compagina diariamente un exigente entrenamiento con su labor como docente en la Facultad de Fisioterapia de la Universitat de les IIlles Balears (UIB). Doctora en esa materia, posee un doble Grado de Fisioterapia y Ciencias del Deporte, y hace unos años, «estando en la UCAM, salió una plaza de ayudante de Doctor en la UIB, me presenté y gané... Y aquí llevo seis años», recuerda la flamante semifinalista olímpica de 800 metros. Éxito que logró firmando su mejor marca personal (2:01.16), rebajando el registro de 2:02.26 que le dio el pasaporte hacia Tokio, además de firmar un nuevo récord de Balears.

«A última hora me han dado la acreditación de titular de Universidad, que es el segundo peldaño, por detrás de los Catedráticos. En unos meses sacarán la plaza de titular y estoy muy contenta», comentaba, recordando que fue el mismo día que fue seleccionada para los Juegos, aunque se enteró un poco más tarde. «Ha sido un mes irrepetible», espetaba orgullosa.

Igualmente, recordaba lo duro que ha sido preparar la clasificación olímpica y estar a tope en el plano profesional, «pero en especial el primer semestre, porque tengo casi todas las clases concentradas allí. Si tengo 220 horas, 180 son en ese tramo y 40 en el segundo. Se me hizo complicado, porque entro de 8:30 a 11:30, me voy a entrenar, y por las tardes tengo que seguir y son muchas horas de hablar todo el rato. Cuando llegaba a casa, estaba agotada...», recordaba Romero, quien compite con licencia balear y por su club de siempre, el Unicaja Jaén..

Máxima implicación

La docente y ya atleta olímpica se implica al máximo en la pista y el aula, y tiene claro que «tengo que concentrarme y estar a la altura en el día a día. Yo soy exigente y quiero dar las clases como toca», asegura, «porque me gusta mucho mi trabajo», relacionado estrechamente con la práctica deportiva. Sus áreas de alcance son las relacionadas con «procedimientos generales o valoración», pero en el mundo atlético, esos dos minutos de gloria en el Estadio Olímpico de Tokio marcan un antes y un después en su trayectoria vital y deportiva.