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Cuando el 'caso Rubiales' parecía tocar a su fin con la dimisión se que encargó de 'filtrar' ayer, el presidente de la RFEF volvió a protagonizar un giro de guion inesperado. El presidente ha optado por morir matando. Por atrincherarse a la espera de que los mecanismos jurídicos le puedan inhabilitar.

Con un discurso victimista, más propio de un mitin político, Rubiales dejó varios frases para el recuerdo. Indicó que el beso a Jennifer Hermoso fue consentido porque le 'pedí un pico y ella me dijo que sí', habló de 'asesinato social' y 'falso feminismo' y no se cortó a la hora de proponer la renovación a Jorge Vilda.

Lejos de abandonar la Asamblea con la cabeza baja, el (todavía) presidente se marchó entre los vítores de sus acólitos y con una ovación cerrada de la mayoría de los presentes, entre ellos Luis de la Fuente y el propio seleccionador femenino. El esperpento continúa...