El preparador físico, Mauro Zanoguera, en una imagen captada en su última visita a la Isla. | Miquel Alzamora

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Nadie conoce con exactitud el camino que hay que seguir hacia el fútbol de élite. No hay un letrero que te guíe, ni se ha inventado un GPS fiable. Sin embargo, sí se conoce cómo no llegar: No arriesgando. Mauro Zanoguera es entrenador y preparador físico y decidió hace apenas cuatro años abandonar su zona de confort en busca de un sueño. Trabajaba de profesor y entrenaba por las tardes, tenía su familia aquí y la vida transcurría bajo un guion poco dado a la improvisación, hasta que una llamada de teléfono le cambió la vida. Carlos Cuesta, actualmente en el Arsenal, contactó con él tras recibir muy buenas referencias de los entrenadores Carlos Martínez y Miguel Soler. Y a partir de ahí todo cambió. Mauro arriesgó. Y ganó. Y sigue ganando. Hace ya tiempo de esa llamada y actualmente el mallorquín es preparador físico de un equipo en la Primera División de Israel, el Hapoel Tel Aviv, uno de los blues más laureados del país y que ahora inicia una nueva e ilusionante etapa apoyado por el músculo económico de una propiedad norteamericana muy fuerte.

En un encuentro con Ultima Hora, Mauro Zanoguera relata cómo es su día a día en Tierra Santa. Contrariamente a lo que podría suceder a muchas personas, su adaptación fue rápida porque cuenta con una virtud al alcance de pocos y es la facilidad para aprender idiomas. Aprendió hebreo con extraordinaria rapidez y eso ahora le convierte en un hombre imprescindible en el engranaje del Hapoel Tel Aviv. «Siempre he tenido facilidad para los idiomas. Hablo hebreo. Empecé a memorizar un par de palabras para poder presentarme, las más frecuentes, las frases más habituales para mostrar adaptación y respeto hacia esa nueva cultura que me acogía. Posteriormente tiré de oído y al estar inmerso 24 horas en esa cultura, se me fueron quedando palabras y en dos años, gracias a ello, aprendí una estructura fuerte y me sirve para continuar el resto de años». Ese paso en el idioma fue fundamental para su carrera porque esto le ha permitido incluso que se le abran las puertas de la universidad de Israel, que le pretende reclutar para que dé clases de educación física.

Además esa facilidad para los idiomas le confiere una importancia capital en la entidad deportiva. «Al final lo que trato es de ayudar al club y que el futbolista extranjero se adapte con más facilidad, traduciéndole en según qué momentos, he tenido reuniones en la negociaciones de fichajes de jugadores, muchos hablan español, la influencia española ahí es grande y me necesitan para ese tipo de situaciones. Ahora con el entrenador nuevo le puedo ayudar en la inmersión. El idioma es fundamental cuando sales fuera», indicaba Mauro.

Pero por el momento el día tiene las horas que tiene y Mauro no dispone de mucho tiempo libre. ¿Cómo es su día a día? «Me levanto 5:54 horas de la mañana. Primero entreno yo en el gimnasio y a las 7 estoy preparado para trabajar. Hasta las 9 preparo el entrenamiento y el material, repaso qué jugadores están disponibles y antes me reúno con el cuerpo médico y entrenadores, transmito información, acordamos cómo será entrenamiento y de 10 a 12 tenemos la sesión de trabajo. A las doce y media nos reunimos para comer y de 2 a 5 analizo los datos del GPS, preparo el entrenamiento del día siguiente, analizó qué jugadores necesitan un trabajo específico y a las 7 me voy a casa, hago más deporte o estudio», relataba. «En Isreael vivo solo, uno de mis mejores amigos está en Israel, trabaja también en el mundo del fútbol, Borja Lema, y es un apoyo fundamental, es entrenador, y cuando más he necesitado ayuda de alguien al final me he encontrado a mí, en los momentos determinantes tiene que ser más que suficiente confiar en uno mismo si lo que quieres es dedicarte al fútbol profesional», reflexionaba.

El Hapoel ha sufrido este año para mantener la categoría, pero la próxima campaña arranca con un proyecto muy ilusionante y con una nueva y potente propiedad. «Nuestro objetivo es hacer playoff. La Liga se divide en dos y los primeros disputan el título y los de abajo se juegan el descenso. Nuestro objetivo era estar entre los primeros, el año pasado quedamos a un punto de Europa, este año ese era el objetivo estar abajo, pero las situaciones deportiva fue inestable y luchamos por no descender. Nuestra plantilla ha sido la que más ha aportado al primer equipo por parte de la academia y seis jugadores han estado en el Mundial de categorías inferiores con Israel. Tuvimos tres entrenadores, dos directores deportivos, un cambio de propiedad, ha sido difícil. He sido el único que aguantó desde el principio, he visto todos los cambios y ha sido temporada muy inestable», relataba.

Futbolísticamente Israel está dando pasos adelante en su crecimiento. Es más competitivo y se abre al fútbol continental. Mauro está viviendo esta mutación en primera persona. «El fútbol en Israel sorprende por su fanatismo y por la afición que hay junto al baloncesto. El fútbol es muy pasional en Israel, poco organizado por el carácter de la sociedad, pero de cada vez se implementan más modelos de juego de posición y de juego con balón y de cada vez la influencia europea es más notable. Creo que por eso es un fútbol con mucha proyección y se empieza a ver a equipos en Europa. Tiene proyección y potencial. La dinámica es muy profesional y similar a la de Europa, pero los clubes, a nivel presupuestario no tienen la estructura de lo que es el fútbol europeo, son más pequeños a nivel de organigrama», explicaba.

La gran cita futbolística del año es cuando se enfrentan el Hapoel y el Maccabi. Entonces se para el país. «El derbi es increíble, es el mejor partido del año. Empieza una semana antes y acaba una semana después si el resultado es negativo. Las consecuencias y los efectos son intensos. He disputado seis derbis y en todos no se ha empezado a jugar hasta el minuto quince, es el ritual, entre bengalas, parones, yo siempre tengo que estar preparado como preparador físico para seguir calentando. Nuestro equipo no gana un derbi desde hace nueve años y la presión va más allá de lo deportivo, es una cuestión psicológica. Tenemos que romper esta racha y acabar con esta sequía», reflexionaba el preparador físico del Hapoel.

Pero para llegar a este punto tocó sufrir en su carrera deportiva. Años donde las decisiones no fueron fáciles. Así lo recuerda Mauro Zanoguera. «En el Mallorca estuve con Carlos Sureda y Jaume Moll. Ambos me dieron la oportunidad de empezar. Estuve tres años de segundo y preparador físico en categorías inferiores y después Carlos Cuesta me llama para ir a un equipo en la academia del Atlético de Madrid y de ahí el club inicio una serie de colaboraciones con equipos de Israel. Finalmente de los que fuimos para allá solo quedé yo y gracias al trabajo llegó la oportunidad de dar el salto a Primera». El pasado de Mauro en la Isla era también intenso. «Trabajaba aquí por las mañanas, estaba de maestro interino, por las tardes en el Mallorca y también en el Collerense de Tercera División y mi situación era cómoda. Entonces salió al oportunidad de ir al Atlético como asistente y por menos de la mitad de lo que ganaba aquí y no me lo pensé ni tres segundos, me llamó Carlos Cuesta y dije, voy, luego allí no es fácil. Compartí casa con una familia de Rumanía, otra española, una especie de comuna en Brunete e iba cada día a Majadahonda a trabajar, sabía que ese año era una inversión de futuro y me gasté mis ahorros, pero no me arrepiento porque pude seguir adelante y cubriendo etapas».

«En su día me tiré a la piscina sin dudarlo, sabía que sufriría pero lo hice todo con vistas a llegar a Primera División y quiero disfrutar el ahora, estoy en un club histórico, hay que valorarlo. Tengo un objetivo, una meta, estar en una de las 4 mejores Ligas de Europa, mi sueño es ganarlas, pero mi meta es llegar a una de esas grandes ligas» apuntaba.

Y es que el secreto para llegar a la élite no está escrito, no hay fórmulas, pero sí un camino claro: el esfuerzo y el riesgo. «Formación y educación todo el mundo tiene y lo que marca la diferencia es la experiencia y las situaciones con las que te encuentras fuera, cómo gestionar diferentes personalidades en el vestuario, adaptarte a una cultura que sea diferente a la tuya, a una persona que no te entiende, que hay una bomba y hay que cortar el entrenamiento, no tiene nada que ver la experiencia que tengo y lo que sé ahora con lo que sabía hace tres años», subrayaba.

No siempre es fácil la convivencia por el clima político y social que se vive en el País. Si bien, como explica Mauro, esos momentos de tensión se resumen en momentos muy concretos del año. «Es un país muy occidental, con mucha variedad, Tel Aviv es muy cosmopolita, muy internacional, con muchas actividades, buen tiempo y como todo el mundo sabe unas cuatro semanas al año hay conflictos de territorio, pero el resto del año es un país increíble para vivir. Hay momentos puntuales en los que hay tensión, que es lo que llega aquí. Hay situaciones en las que estás entrenando y tienes que cortar el trabajo para meterte en un bunker porque suena la alarma. Son situaciones poco usuales, hay que adaptarse. Es un conflicto que empieza desde muy atrás y pese a estar ahí, eso no me da todavía la capacidad de opinar ni de entenderlo. Es una situación muy compleja, hay que aceptarlo y tratar de aportar lo mejor que puedas de ti mismo», reflexionaba el técnico.

Sin duda lo peor de todo es permanecer lejos de la familia. A eso no puede llegar a acostumbrarse nadie. «Vengo a Mallorca una vez al año durante dos semanas y esto para la familia es devastador. Mi familia está feliz porque vivo un sueño y me dedico a lo que me gusta y por lo que he invertido todo, pero es verdad que venir una vez al año y verles un año más mayores es algo muy duro», indicaba.

«La pretemporada arranca el 3 de julio, pero ya hay que empezar a prepararlo todo. Cada vez aprendes un poco más a irte, al final estás ahí porque quieres. Eso lo tengo claro, pero tu familia al ver que te vas, se hace duro, sobre todo cuando pasan cosas ahí, la información llega muy distorsionada, y cada vez que ocurre algo llamo y les digo realmente lo que ha pasado, que estoy bien. Sé que ellos sufren», admitía Mauro, que durante la pandemia del coronavirus estuvo año y medio sin poder volver a la Isla.

El preparador físico tiene claro también quienes son sus referentes a nivel deportivo. «Mis referentes son Jaume Moll, Toni Servera y Lorenzo Buenventura, me gustaría tener una carrera como la que han tenido ellos en el mundo del fútbol. Sin olvidar a Cedric, profesionales con una gran experiencia y que como digo son mis referentes». Sin duda Mauro está ya en ese círculo. Disfruta de un presente en la élite y conociéndole, sin duda, lo mejor, está todavía por llegar.