‘Chichi’ Soler y Gabriel Vidal muestran sus medallas de oro olímpicas en fútbol en Barcelona 92. | Jaume Morey

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Aquel 8 de agosto de 1992, el fútbol balear y español firmaron uno de sus mayores episodios de gloria en un escenario y un torneo que, tres décadas después, sigue muy presente. Fue uno de los últimos grandes capítulos de esas dos semanas de gloria permanente en las que se convirtieron los Juegos Olímpicos de Barcelona, pero por encima de todo, dejó una doble medalla de oro que sigue siendo un hecho único en el devenir de nuestro deporte. Aquel equipo pasó a la eternidad como la ‘Quinta del Cobi’. Era una selección Sub 23 dirigida por Vicente Miera en la que brillaban nombres como los de Guardiola, Luis Enrique, Kiko, ‘Chapi’ Ferrer, Abelardo, Solozábal... Y entre ellos, dos mallorquines lograron hacerse un hueco. Francisco ‘Chichi’ Soler (Palma, 1970) y Gabriel Vidal (Palma, 1969) subieron aquel día a lo más alto del podio en un Camp Nou lleno y volcado con ese equipo, que desde el ‘exilio’ de Valencia, fue avanzando hasta plantarse en la pelea por los metales y aquella final ante Polonia, resuelta con un gol de Kiko Narváez (3-2) en los últimos compases.

«Estábamos calentando para salir y marcó Kiko... Fue la locura, el final a un guión perfecto», recordaba Vidal, a la par que Soler seguía teniendo muy presente «aquel Camp Nou lleno y apoyándonos como nunca lo había visto... Hoy sería difícil ver esa imagen», apostillaba el que fuera capitán de un Real Mallorca que, a aquella selección aportó a otro jugador, Antonio Pinilla, cedido por el Fútbol Club Barcelona aquella campaña 1991/92.

Antes de aquellos Juegos, una larga concentración en Palencia «de casi 50 días» les llevó hacia Valencia, donde hacían vida «casi normal, pues estábamos en un hotel. Era como un torneo más», referían, aunque sí que exigieron poder participar de la ceremonia de inauguración, en contra de lo que pretendía la RFEF. «El ambiente era buenísimo. Éramos un equipo con personalidad, para luchar o exigir y nos plantamos. Queríamos ir a la apertura, sí o sí», confiesa Soler.

BARCELONA - JUEGOS OLIMPICOS DE BARCELONA 92.FORMACION DE LA SELECCION ESPAÑOLA DE FUTBOL

En la imagen, Soler y Vidal junto al resto de integrantes de aquella selección olímpica que se colgó el oro en el Camp Nou.

Inauguración

Y allí estuvieron aquel 25 de julio, en el estadio de Montjuic. «Es lo único que vimos de todos los Juegos... Pero coincidimos con los demás y fue emocionante. Lo del Dream Team fue una pasada, les pudimos tocar, chocar las manos. Junto con la final, es el gran recuerdo que me queda», apostilla Soler, apuntando Vidal un momento central de aquella noche. «Cuando tiraron la flecha al pebetero, estábamos ahí abajo, junto al por entonces Príncipe (hoy Felipe VI). Además, la entrada al estadio fue inolvidable, éramos los últimos y todos nos miraban...», añade.

En el por entonces Luis Casanova (Mestalla) se fraguó la leyenda de ese equipo de oro. «Fuimos ganando partidos. A Colombia, Egipto -con gol de Soler-, Catar... Después a Italia en cuartos y en semifinales a Ghana... Y estábamos en la final, teníamos medalla segura», recuerda con su habitual sentido del humor ‘Chichi’ Soler. Faltaba rematar el trabajo. «Con el paso del tiempo y de los partidos, fuimos creyendo más en que podíamos conseguir y hacer algo grande», continúa Soler. «Teníamos las ideas claras, con un sistema que no se alteraba e iba en función de los jugadores. La táctica no variaba, únicamente se cambiaba a un jugador por otro para realizar esa función», resalta Gabriel Vidal.

Talento

Y es que ese vestuario irradiaba, además de «buen ambiente», una calidad que sobrevive al paso de los años. «Fue el primer equipo que dio paso a otro tipo de fútbol, dejando atrás aquello de la ‘Furia’. Había más talento», dice Vidal en una afirmación que Soler comparte. La final fue el «éxtasis total», y ese oro lo recuerdan «con nostalgia», pero además se pone en valor «porque es el único que ha logrado España en fútbol en unos Juegos Olímpicos», apostillan Soler y Vidal, quienes pese al paso del tiempo y las trayectorias de sus compañeros, mantienen contacto. «Es muy complicado quedar o hacer algo juntos, pues todos tienen su vida y algunos fuera de España y de Europa incluso. Pero tenemos un grupo de WhatsApp y se comentan cosas», admite Soler, quien bromea con el premio que les correspondió por aquel oro. «Había un coche para todos y leche durante un año, más luego la libreta con un importe en metálico, pero lo que más me queda es el recuerdo de aquellas semanas y esta medalla de oro», resalta el actual responsable de la asociación de ex jugadores del Real Mallorca.

El legado de aquel oro olímpico en Barcelona esperan ambos que «sea haber ayudado a potenciar nuestro fútbol», un deporte al que ambos, de una manera u otra, han seguido vinculados posteriormente, lo que les ha permitido ver las diferencias entre aquel verano del 92 y el presente. «A nivel técnico, táctico, físico y especialmente en cuanto a los medios de que se disponen, hay un abismo...», dice Vidal, coincidiendo ambos en que, en su época, «el jugador no estaba tan alejado de los aficionados».

Pero treinta años después de aquella noche que les situó en la historia, ‘Chichi’ Soler y Gabriel Vidal disfrutan de ese trozo de la historia que les pertenece. «Con la perspectiva que te da el tiempo, lo valoras mucho más. Miras la medalla y te vienen mil recuerdos y emociones...», admite el último. Y formar parte de un grupo «irrepetible» y, también, «que la gente se siga acordando de lo que hicimos y    lo que supuso Barcelona 92, es algo que tendremos siempre con nosotros, al igual que la medalla, que es un tesoro», dice con la mirada puesta en ella Soler, junto a Vidal artífices de una gesta única en el deporte balear.