Amath Ndiaye Diedhiou durante un entrenamiento con el Mallorca. | RCD MALLORCA

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Amath Ndiaye Diedhiou ya se ha subido al tren de Luis García Plaza. Lo hace portando una bandera, la de Senegal, que hasta ahora nadie había enarbolado en el vestuario bermellón, donde esta temporada se representan casi una decena de nacionalidades diferentes. Cedido por el Getafe, con el que hace no tanto escribía las mejores páginas de su carrera y se abría paso en la Primera División, transporta en su mochila un gran objetivo. Una mezcla de sueño y obsesión que espera alcanzar de la mano del Mallorca: recuperar el nivel que tenía a finales de 2018, cuando una grave lesión lo detuvo en seco. Una pesadilla de la que despertó a principios de este año, pero que la pandemia le recordó al interrumpir una puesta a punto que se quedaba sin continuidad. Ahora volverá a intentarlo, porque tras el cierre del mercado y en pleno en Son Moix se le dibuja otra pista de despegue.

El penúltimo futbolista que inscribió el Mallorca en LaLiga antes de que se cerrara este atípico plazo veraniego-otoñal se empotraba ayer en el grupo bermellón, condicionado estos días por la ausencia de los internacionales, y empezaba a entrenar en los campos de Son Bibiloni junto al resto de los que son sus nuevos compañeros. Amath fue la penúltima apuesta de la dirección deportiva para muscular un ataque en entredicho por su frágil inicio en el área rival. Y aunque él no es un hombre-gol puro, puede aportarle a la vanguardia de LGP una serie de cosas que le vendrán bien de camino a la meta.

Amath sabe perfectamente lo que es brillar en Segunda División. De hecho, dejó su tarjeta de presentación en Son Moix en febrero de 2017, en la que era su primera temporada en LaLiga tras salir del cascarón en el que se había acabado de formar: la cantera del Atlético de Madrid. Con el Tenerife de Pep Lluís Martí, capitaneó la exhibición de su equipo y firmó una derrota particularmente desgarradora para el Mallorca, que acabaría yéndose por el sumidero meses más tarde. Con el Heliodoro Rodríguez como base de operaciones jugó 30 encuentros como titular —y otros cinco saliendo desde el banquillo— y rubricó una docena de goles. No solo había explotado. A su vez, había reservado un asiento en Primera.

Ya como jugador del Getafe, el club que lo ha cedido al Mallorca, prolongó el sueño. Fue en titular en 36 partidos bajo la dirección de Bordalás y se hizo un sitio. Mantuvo el ritmo con el cambio de curso. Hasta ese maldito 7 de diciembre (2018) en el que se rompió los ligamentos jugando contra el Leganés.

Después de un 2019 en blanco por la recuperación, volvió a pisar la hierba en partido oficial el 4 de enero y entre ese día y los dos partidos siguientes (el último en Son Moix) sumó 47 minutos. El parón por el coronavirus atajó su caminata y aunque tras el confinamiento jugó otros cuatro encuentros, lo hizo de forma testimonial. En el nuevo proyecto del Getafe no tenía sitio para esprintar, pero se cruzó el Mallorca. De rojo y en un escenario que conoce, ya piensa en volver a volar.

Una ficha y un dorsal libre

El Mallorca afronta la primera parte de la temporada con el vestuario casi al completo, pero dispone todavía de una ficha libre que, en principio, no intentará llenar, tal y como confirmó el propio director de fútbol, Pablo Ortells, en su comparecencia del martes. El club entiende que la plantilla está compensada pese a la marcha en el último momento de Stoichkov y reserva ese hueco para el mercado de invierno. Igualmente, tampoco han sido inscritos ni Enzo Lombardo ni Álex López, que se recuperan de dos graves lesiones y no estarán disponibles hasta principios de 2021. De los recién llegados, Marc Cardona llevará el dorsal 22 y Amath el 23. Solo queda disponible el 25.