Manolo Reina, guardameta del Mallorca, detiene el lanzamiento de una pena máxima en Almería. | CURRO VALLEJO

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El Mallorca interpretó en Almería su peor función del curso y constató —esta vez con estridencia— que lejos de Son Moix desafina. A la escuadra balear le faltó esta vez un poco de todo ante un adversario que pudo haber hecho mucho daño.

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Un par de años después, el Mallorca apareció sobre el verde sin rastro alguno de futbolistas indígenas, un asunto menor ante el inesperado desplome del equipo. Sin demasiadas noticias de sus jugadores capitales, la escuadra balear acumuló tantos errores individuales que Reina acabó convertido en un héroe inútil. Detuvo dos penaltis de los tres que cometió su equipo, pero su pequeña gesta acabó adquiriendo un rango eminentemente estadístico.
La furia de Valjent, que se llevó por delante a Álvaro en la última acción del primer tiempo, marcó el principio del fin para el Mallorca (1-0). Minutos antes, no había sucedido nada. Pero el gran apagón llegó tras el descanso. Lejos de reaccionar al golpe, el grupo de Moreno no propuso nada. Lánguido y plano, sólo llamó la atención por el tamaño de sus errores. El gazapo que sentenció el partido llevó la firma de Pedraza, que se enredó con el balón y propicio el tanto de Juan Carlos.

Con el Deportivo llamando a la puerta de Son Moix y Osasuna y Cádiz esperando turno ante sus hinchadas, la cuesta de enero aparece empinada...