El entrenador de la selección inglesa, Fabio Capello, da instrucciones al capitán Gerrard durante el partido disputado contra Argelia. | Efe

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Inglaterra se tuvo que conformar con un empate sin goles ante Argelia como consecuencia de su propia incapacidad para saber ganar el partido, ya que enfrente tuvo un equipo sin recursos, que sólo en la primera mitad dispuso de alguna opción de decantar el encuentro a su favor.

Ni en la primera, ni en la segunda parte estuvieron los ingleses a la altura de lo esperado, por lo que sólo la falta de recursos de su oponente permitió que sumaran un punto en un partido muy pobre por parte de ambos contendientes.

La selección inglesa se aproximó con timidez y de forma aislada durante la primera parte a la portería del equipo argelino, pero fue el conjunto africano el que llevó el peso del juego en este periodo.

No dejó de demostrar Argelia algunas de sus limitaciones y fue incapaz de crear verdaderas ocasiones de gol, a pesar de controlar el encuentro, imponer su ritmo y de maniobrar bien con el balón. En definitiva, no pasó de conseguir que los ingleses se sintieran incómodos sobre el terreno de juego.

Los dos porteros, James en Inglaterra en sustitución del defenestrado Green, y Mbolhi en Argelia, en lugar de Chaouchi, apenas tuvieron que intervenir en acciones de peligro durante todo el encuentro.

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El dominio territorial y la posesión del balón fue suficiente para que Argelia albergara esperanzas de marcar, pero éstas nunca se vieron acompañadas de oportunidades claras ante una Inglaterra que estuvo por debajo de los esperado y de su oponente.

Así las cosas, el 0-0 con el que el encuentro llegó al descanso entraba en el guión del partido visto hasta ese momento.

Poco cambió en panorama en el segundo tiempo, hasta el punto de que no se produjeron ocasiones de gol hasta el minuto 69, cuando Inglaterra dispuso de un par de oportunidades para adelantarse en el marcador en un momento en el que ya había empezado a llevar la iniciativa, aunque sin apenas convicción.

Sólo en los veinte minutos finales se animó un poco Inglaterra a buscar el partido, pero su esfuerzo se limitó a poder jugar un poco más en el área rival aunque sin crear peligro. Su inoperancia fue absoluta.

A medida que pasaban los minutos, Argelia se dio por satisfecha con el empate, pero Inglaterra en ningún momento se vio volcada sobre la portería de su rival a pesar de una teórica superioridad que nunca demostró sobre el terreno de juego y, sobre todo, nunca dispuso de ocasiones para igualar.