Los jugadores de la selección española Alvaro Negredo (2i), Carles Puyol (c) y Sergio Ramos (d), realizan ejercicios en presencia del seleccionador nacional, Vicente del Bosque (2d), y de su segundo, Toni Grande (2d), durante el entrenamiento realizado en el estadio Saint Dennis de París.

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La España de Vicente de Bosque comienza esta noche su preparación para el Mundial con un partido ante Francia, subcampeona del mundo, un rival de peso que servirá para medir las fuerzas de la «roja» el año en que pretende conquistar la cima del mundo. La selección española abre contra un equipo particular un año especial. La rivalidad futbolística franco-española es el mejor aperitivo de una temporada en la que en el horizonte se vislumbra Sudáfrica, una fase final a la que los de Del Bosque acuden más favoritos que nunca.
El Estadio de Francia de Saint-Denis asistirá a un duelo entre los campeones de Europa y los subcampeones del mundo, un choque de dos selecciones que se encuentran en momentos diferentes. España no ha dejado de dar lustre a su condición de campeona continental con un juego brillante y una sucesión de victorias apenas rota por un tropezón frente a Estados Unidos en la Copa de las Confederaciones.
Francia, sin embargo, no ha parado de perder prestigio desde que en 2006 alcanzó la final del Mundial de Alemania. Entre medias ha quedado una triste participación en la Eurocopa, con una eliminación en la primera fase, y una difícil clasificación para el Mundial de Sudáfrica, lograda en la prórroga de una repesca contra Irlanda y gracias a un gol litigioso. En el equipo de Vicente del Bosque sobreviven muchos de los hombres que en Alemania 2006 cayeron en octavos de final frente a una Francia liderada por Zinedine Zidane. Aquel equipo, entonces dirigido por Luis Aragonés, apuntaba ya unas formas que se han consolidado con el tiempo y que se consagraron en la victoria de Viena en la final de la Eurocopa de 2008. Era un equipo en formación frente a una selección que acaba un ciclo. El juego de toque, que ha proseguido de la mano de Del Bosque, tendrá contra Francia el punto de rabia de una selección que busca venganza. Aquel partido, disputado en Hannover, acabó con un sueño, retomado y mejorado después y que ahora quiere cobrarse la revancha. El encuentro contra Francia les servirá para ver si no han perdido una brizna del brillo con el que jugaron en 2009, si el juego de toque sigue engrasado y dispuesto para exhibirse en Sudáfrica. Del Bosque ha convocado a un grupo muy parecido al que irá al Mundial, por lo que el partido se perfila como el primer ensayo, como una forma de poner a sus tropas en orden de ataque. Será el único amistoso que dispute España antes de la serie previa al Mundial, por lo que su valor de test es todavía superior.
Del Bosque no alineará de entrada a Fernando Torres, que sale de una lesión, pero lo pondrá en el campo a medida que pasen los minutos. No dejó entrever el seleccionador nada del equipo que pondrá en liza aunque advirtió de que no necesariamente será el que considera su once de gala, por lo que dejó abierta la puerta a probaturas.
Una presa
Francia, por su parte, mira a España como una presa que le puede permitir recobrar parte del prestigio que su pobre juego le ha hecho perder. Los de Raymond Domenech están en pleno proceso de reconquista de un público que les ha vuelto la cara y una victoria contra la «roja» puede ser un atajo consistente. Sin identidad ni juego definido, Francia tiene que comenzar a construir una base sólida sobre la que apoyar el equipo que viajará a Sudáfrica y el duelo contra España aparece como el acto fundador de esa edificación. Salvo que Domenech se ha encontrado con una selección mermada por las bajas, sobre todo en los sectores defensivo y de ataque. Su papel de favorito, pasó a otros tiempos.