AGENCIAS-A CORUÑA
El fútbol galáctico que ofreció el Deportivo durante un buen tramo del primer acto resultó totalmente estéril. El equipo gallego encerró al Real Madrid en su propia área, pero topó siempre con una expeditiva defensa y con un Iker Casillas especialmente inspirado. El cuadro blanco se casó con la fortuna en el nacimiento del partido. Helder envió el balón al fondo de su propia portería al intentar despejar un centro desde la banda derecha y el Madrid había encontrado petróleo en una acción sin aparente peligro.
Inclinado el partido a las primeras de cambio, el Deportivo se hizo dueño del partido. Su presión, en el propio campo del Real Madrid, le permitió tener siempre el esférico en propiedad y su problema fue una simple cuestión de pegada. Pocos minutos después de haber encajado el gol, Makaay falló un tanto imposible. Tras un disparo al palo de Djaminhya, el balón quedó a pies del atacante holandés, quien con Casillas batido y completamente solo lanzó alto. Las ocasiones se sucedían sobre el marco visitante, pero no había manera. La desgracia volvió a cebarse en el equipo gallego en el último suspiro de la primera parte. Montó un contragolpe el Real Madrid y Guti cayó derribado en el interior del área. Figo transformó la pena máxima y dio un nuevo golpe de efecto al partido.
En la segunda parte no varió en exceso la decoración, aunque esta vez el Deportivo encontró parte del premio que siempre buscó. Djalminha se internó en el área y Figo no tuvo más remedio que frenarlo cometiendo falta y penalti. El propio Djalminha se encargó de ejecutarlo y reducir la diferencia en el marcador. El cuadro de Irureta mantuvo su intensidad, mandó cuatro balones al palo y en la recta final del partido una genialidad de Diego Tristán le permitió rubricar el empate y mantener vivio en la Liga a un Deportivo que mereció más.
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