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Hace un año, el fútbol balear se encontraba en estado de shock. El 19 de marzo de 2017, un partido de infantiles desembocó en una batalla campal que dio la vuelta al mundo. Una pelea multitudinaria entre padres de los jugadores del Alaró y del Collerense se extendió como la pólvora a través de las redes sociales y provocó una catarsis en el balompié nacional. Doce meses y dos días después de aquellos incidentes, Ultima Hora ha querido pulsar la opinión de varios presidentes del balompié isleño para analizar las consecuencias de aquel día de la infamia. Tanto Tolo Verd, presidente del Collerense, como Llorenç Guardiola, del Alaró, prefieren pasar página y ni siquiera quieren recordar los sucesos acaecidos hace un año. El Alaró retiró de la competición a su equipo infantil, el Collerense apartó a dos jugadores y el Comité de Competición decidió sancionar a los clubes implicados con una multa de 750 euros.

TOLO VERD
«Fue un día para olvidar»

El presidente del Collerense prefiere no profundizar y apuesta por mirar hacia adelante: «Fue un día para olvidar. No creo que ningún club fomente lo que sucedió, más bien todo lo contrario. Adoptamos las medidas que debíamos y ahora de lo que se trata es de intentar que no vuelva a suceder».

MIQUEL BESTARD
«La violencia no tiene cabida»

El presidente de la FFIB, Miquel Bestard, actuó de inmediato tras los incidentes de Alaró al organizar un congreso y una asamblea de urgencia. La primera medida fue dar autoridad a los árbitros para que detuvieran los encuentros en caso de escuchar improperios en la grada. «La violencia no tiene cabida en el fútbol. Aquellos lamentables incidentes sirvió para que todos los que integramos el fútbol tomáramos conciencia. Afortunadamente no se ha vuelto a producir un hecho igual en nuestro fútbol». Bestard subraya la gran cantidad de «tarjetas blancas» concedidas esta campaña por el buen comportamiento de los niños.

AMEDEO SPADARO
«Tenemos las manos atadas»

Amedeo Spadaro, presidente del San Francisco, considera que desde aquellos incidentes «aumentó la sensibilidad en la conciencia colectiva para luchar contra la violencia», aunque también destaca que a veces se ha encontrado con trabas de tipo legal: «En ocasiones me siento muy frustrado porque identificas agresivos o maleducados o poco puedes hacer porque les ampara la Ley. Muchas veces tenemos las manos atadas y en ocasiones tienes que tragar cuando te insultan porque no hay muchas armas legales para luchar contra eso». Spadaro apunta que los primeros responsables «somos los dirigentes de los clubes porque se trata de un tema de educación y de responsabilidad individual. Yo también educo a los jugadores. De hecho, he tenido que despedir a un técnico, y no era malo desde el punto de vista táctico, por tener un comportamiento agresivo hacia los colegiados».


JORDI HORRACH
«Debemos ser inflexibles»

Para Jordi Horrach, uno de los responsables de la Penya Arrabal, los hechos sucedidos hace un año provocaron un cambio en algunos comportamientos, aunque hay que seguir trabajando en este sentido. «Nosotros somos inflexibles porque no podemos ser de otra manera. La idea de nuestro club es luchar contra la violencia. De hecho, hay dos pancartas en nuestro campo desde hace un año con un decálogo de comportamiento. Los padres juegan un papel importante hoy en día. Antes apenas acudían a los partidos y ahora no se pierden ni un entrenamiento».

MIQUEL ESTRANY
«Hay que tener mano dura»

Miquel Estrany, presidente del Manacor, también considera que los clubes «debemos tener mano dura y tolerancia cero con los violentos. Nosotros tenemos un reglamento interno que se hace extensible para padres, jugadores y directivos. Y somos muy estrictos en su cumplimiento». Estrany se muestra crítico con algunos clubes que toleran a los violentos: «En el fútbol los malos son una minoría pero el problema es que algunas entidades no actúan contra gente que insulta cada partido. Ante eso poco puede hacer la Federación porque es una responsabilidad única y exclusivamente de los clubes», señaló el presidente.