Joan Esteva, en el centro de la imagen, rodeado de su equipo de trabajo en una imagen captada sobre el césped del Camp Nou de Inca. | Miquel Alzamora

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Existen en la geografía balear un puñado de escenarios imprescindibles para entender la historia del fútbol en esta comunidad. Inca es uno de esos lugares y el Camp Nou donde juega el Constància uno de los puntos de referencia. Su historia, su carácter, su pasado y también su presente obligan a detenerse con tiempo entre sus muros. Porque ahí el fútbol se ha vivido con un sentimiento especial; sus jugadores han sentido la camiseta, su profesión, su ciudad, su historia.


El proyecto ha rejuvenecido de la mano de Toni Ramis ‘Blancos’ el presidente de la entidad. Un paseo por las instalaciones del club obligan a caminar entre sus rincones con respeto. Existen imágenes del pasado, trofeos conseguidos en los años de gloria, pero sobre todo, se ve la mano de una directiva que trata de mantener viva la llama de años inolvidables, pero dando su toque personal.

Solidez

Miquel Garriga es el director deportivo del club, un histórico del fútbol balear que asiste con orgullo al trabajo edificado desde la llegada del presidente y que hace malabarismos económicos para poder mantener un bloque deportivo que con el paso de los partidos va siendo más sólido. El primer equipo toma velocidad de crucero. Después de trece partidos tiene más puntos que la temporada anterior y suma 15. Falta mucho por hacer, pero hay mimbres en el vestuario y también en el cuerpo técnico.

La directiva ha reformado las instalaciones –gimnasio nuevo, oficinas, salas de trabajo– pero lo más importante del Constància no son sus espacios, que también, lo más importante son sus personas. Sin un líder sólido los proyectos deportivos son difíciles de sostener y en Inca la gran apuesta fue mantener a un entrenador que va labrándose un porvenir que debe llevarle a consolidarse en el fútbol profesional. Se trata de Joan Esteva, la uténtica vitamina E del primer equipo. La plantilla ha ha cambiado casi por completo y ante la necesidad de construir otra vez de cero, se hace imprescindible que el capitán del barco asome con fuerza de entre el grupo. Esteva lo ha hecho, ha dado ese paso. Como jugador era de esos «que ahora están de moda y quería ser entrenador para que ese tipo de fubolistas tuviesen protagonismo en el campo. Me gusta el fútbol de toque, ofensivo, dentro de las posibilidades. Esa es mi motivación» explica el entrenador sobre su visión futbolística.

El Constància mantiene la lucha frenética por ajustar el presupuesto al máximo. Los jugadores cobran muy poco, mucho menos que sus rivales de la península, pero existe un arma que no se paga con dinero: la ilusión. Los futbolistas están en un escaparate como la Segunda B y de ahí siempre se puede dar el salto. También puede darlo el entrenador, pero es un mercado donde la oferta es mucho más elevada que la demanda. «Hay jugadores que tienen oportunidad de darse a conocer en la categoría y eso tienen que aprovecharlo. Personalmente encadeno la cuarta temporada en Segunda B y mi ilusión es seguir creciendo y seguir adelante», asegura Esteva. Nacido en Barcelona en 1973, cuenta con un ascenso a Segunda B y es su cuarta temporada en la categoría. Está por lo tanto tomando el pulso a la categoría, superando su edad de bronce. El Constància es un buen escaparate. «Desde el año pasado y también esta temporada estoy disfrutando de trabajar. Somos un equipo modesto y sufrimos mucho para conseguir los objetivos. El trato de la gente también es muy bueno y eso lo facilita todo», relata el entrenador. Este año el objetivo sigue siendo la permanencia de una categoría que tanto costó conseguir.