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Maximiliano Martin Mantovani (Mar del Plata, 1983) es el capitán del Atlètic Balears, es decir, del líder del grupo tercero de Segunda Divisón B, es decir, del equipo revelación de las categorías de bronce en España. Hoy su nombre, como el del resto de sus compañeros en el Atlètic, está en boca de muchos, pero esto es hoy y gracias a la oportunidad que le dio el equipo blanquiazul. No lo tuvo fácil y en un encuentro con Ultima Hora el jugador relata los capítulos por los que transcurrió su vida deportiva y analiza la situación actual del club palmesano. En el Restaurante Asadito de la Platja de Palma, Mantovani, como buen argentino, sabe valorar un buen asado y más si ha sido elaborado por Javier González.


Atlético de Madrid

Hablar de fútbol en un imperio gastronómico siempre es un factor añadido para que una conversación sobre el balón se convierta en un ejercicio apasionante. La suerte es un punto fundamental en la vida de un deportista y en la de Mantovani hay un antes y un después de que el director deportivo del club palmesano y de Inverfútbol, Paco Soler, le echara el ojo encima.

Formado en la cuna humilde del fútbol argentino, del de tierra, pegó sus primeros golpes al balón en varios equipos de Mar del Plata hasta que llegó un momento, cruzado el horizonte de los 20 años, en los que uno tiene que plantearse si seguir tentando a la suerte del fútbol o continuar estudiando y buscarse la vida por otro costado. «Empecé en los cadetes del San Martín y ahí fui poco a poco escalando equipos. Juan Eduardo Esnaider era propietario del equipo y me sirvió de lanzadera para venir a España y meterme en el Atlético de Madrid», relata el defensa.

Ahí empieza su historia de verdad. En el Atlético. Pero no en el Calderón, más bien lejos de ahí. Los clubes grandes también tiene una cara B y esa es la que probó el que es ahora uno de los jugadores revelación del Atlètic. ¿Como es la cara B de un grande? «Es vivir en un piso en Carabanchel -relata el jugador- el tener que apañártelas para llegar a Majadahonda para entrenar y hacerlo sin apenas cobrar y además sin poder jugar los primeros seis meses por no tener el pasaporte comunitario. No fue fácil, pero me sirvió para aprender, para madurar», relata el central. Ahí coincidió con Domínguez, Pulido, Joel, Koke, Keko, Rubén Pérez...entre otros. Casi todos han llegado y él está posicionado ahora más que nunca en la rampa de lanzamiento. Cuando habla del Atlético lo hace sin rencor, nada más lejos, pero sí tiene en sus ojos la satisfacción de saber que nadie le ha regalado nada. Dos años de recibir patadas y también darlas en Tercera sivieron para forjar su carácter dentro del campo. Estuvo en el filial y de ahí pasó a la Cultural Leonesa. Otra aventura. «Probé la cara más oscura del fútbol porque el club estaba mal, no cobrábamos nadie y estábamos abajo. Fue una pesadilla, no veía salida».

Paco Soler

Pero en ocasiones la vida te da un giro radical casi en el momento menos esperado y justo cuando te ves apagando incendios en la bocana del infierno, aparece alguien para darte de nuevo un impulso. Ese alguien fue Paco Soler. «Buscába un jugador de su pefil, con carácter y agresivo. Es un jugador de rendimiento, de club y además de buen futbolista es buena persona. Confiamos en que pueda seguir aquí con nosotros», declara Soler.

Y es que el club le plantea un contrato por tres temporadas. «Me gustaría seguir y confío en que pueda ser en Segunda División A». ¿Se marca una meta en su carrera deportiva? Mantovani lo tiene claro. «Siemper aspiro a lo máximo porque no entiendo el fútbol y el deporte sin la motivación de lograr todo tipo de objetivos». Ese ha sido el secreto de su éxito, la motivación constante y la lucha permanente. Así no hay meta que se resista.