El jugador de Serbia Bogdan Bogdanovic lanza a canasta durante el partido de semifinales ante Canadá en el Mundial de baloncesto en Manila, en Filipinas. | Michael Conroy / POOL

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Dos potencias como Alemania y Serbia pelearán este domingo (14:40/RTVE) por el oro mundial contra todo pronóstico. Pocos apostaron en su día por una final sin Estados Unidos o Canadá, pero el baloncesto volvió a demostrar que es un deporte en el que no imperan las cuotas fuera de pista y que los mundiales pertenecen a los equipos. Y no ha habido dos mejores que Alemania y Serbia.

El Mundial 2023 llega a su fin. Un Mundial por primera vez en la historia multisede. Un Mundial que empezó siendo señalado por las ausencias y que va a acabar siendo recordado por las sorpresas. Porque así se podría definir esta Copa del Mundo, como una sorpresa gigante. Desde Letonia y su ejército de letones en la sede de Yakarta (Indonesia) hasta la reencarnación del Kobe Bryant en el jordano Rondae Hollis-Jefferson, pasando claro por la doble caída de las potencias norteamericanas en las semifinales ante los combinados europeos.

Esta última es quizá, viendo el desarrollo del torneo, la que menos pudo sorprender a la hora de la verdad. Porque tanto Serbia, sin su estrella Nikola Jokic, como Alemania, fueron dejando avisos de que eran equipos a tener más que posibles amenazas, completos como pocos, con calidad individual, pero, sobre todo, sustentados en el trabajo colectivo.

Y es que es esto lo que les ha llevado a la pelea por el trono que hasta ahora tenía España. Alemania llega al choque invicta y tras haber tumbado a Estados Unidos en lo que es el mejor partido del mundial y Serbia con solo una derrota ante Italia. Dos equipos que presentarán una lucha titánica por hacerse con la corona mundial por primera vez en su historia.

Porque esta será la primera vez que Alemania dispute una final de Copa del Mundo. Liderada por Dennis Schroeder, escoltado por un sobresaliente Franz Wagner y por un sólido Daniel Theis, Alemania quiere llegar hasta el final del sueño que está viviendo, quiere por fin romper la barrera que tanto ansía para situarse en lo más alto del mundo.

Para ello tendrá que volver a sacar su mejor versión. En especial Schroeder, que si bien no estuvo acertado en cuartos y en semis tardó en aparecer -aunque fue clave en la victoria ante Estados Unidos-, se antoja como la mejor baza germana, pues la victoria pasa en buena medida por sus manos. Porque la defensa de Estados Unidos no será la de Serbia.

Multiplicados en campo propio, los serbios redujeron a cenizas las ofensiva canadienses. El plan de Svetislav Pesic salió a la perfección, también gracias a la exhibición de Bogdan Bogdanovic, que guía a esta Serbia sin Jokic junto al joven Nikola Jovic y a Nikola Milutinov en la que será su segunda final como país independiente.

El Alemania-Serbia es mucho más que una final del Mundial. Es la prueba de que en el baloncesto ya no hay tanta diferencia entre continentes y de que el buen hacer colectivo supera al talento individual. Alemania y Serbia son la prueba de que la barrera está cada vez más cerca de derribarse y de que el listón está muy similar.

Sin complejos, con argumentos, con trabajo y con calidad, Alemania y Serbia pelearán este domingo (14.40 hora española) en el Mall of Asia Arena de Manila (Filipinas), justo después del duelo por el tercer puesto entre Estados Unidos y Canadá (10.30 hora española), por un oro que ambas selecciones merecen. Un último duelo por la corona mundial que se presenta como el broche de oro perfecto a una Copa del Mundo para el recuerdo.