Imagen de la afición del Iberojet Palma, en las gradas de Miribilla. | Carlos Gil-Roig

TW
0

Cuando se cumplen 25 temporadas del nacimiento de la hoy LEB Oro -96/97- y cuarenta años de la creación del Imprenta Bahía (1982), al club de la Platja de Palma le toca atravesar por uno de los momentos más delicados de su larga singladura. El traumático final de una intensa aventura de ocho temporadas jugando en la segunda categoría del baloncesto español, un ciclo que culminará este viernes (21 horas, Son Moix) ante el Real Valladolid, marca un punto de inflexión en el devenir del club que preside su fundador, Guillem Boscana.

Iván Matemalas e Israel Pampín se abrazan en Los Guindos. Foto: F.F.

El futuro apunta a la LEB Plata, una categoría en la que fueron referencia durante dos campañas inolvidables (2012-13 y 2013/14), dando ese paso al frente que la inercia del momento les llevó a consumar tras acumular un buen puñado de años militando en la Liga EBA, dando forma y consolidando un proyecto que fue creciendo a la par que otros como el Bàsquet Mallorca -herencia del desaparecido Inca- o Palma Aqua Mágica pasaban a formar parte de la historia del deporte de la canasta en Mallorca.

Plantilla que logró el ascenso deportivo en Los Guindos ante Clínicas Rincón. Foto: F.F.

Pese a que fue en la temporada 2012/13 cuando se logró plaza en LEB Oro, superando en una apasionante eliminatoria final al Clínicas Rincón malagueño (2-3), con un épico quinto partido en Los Guindos (65-72), no fue hasta el siguiente ejercicio -se renunció-, y pese a no lograr el ascenso alcanzado un año antes, cuando se apostó fuerte por dar el salto al segundo peldaño de una escalera que, paso a paso y de manera prudente, el por entonces Palma Air Europa, había subido para aprovechar la renuncia del Fuenlabrada para cumplir un sueño y devolver al recién remodelado Son Moix al mapa baloncestístico de élite.

De la mano de Ángel Cepeda, quien recogió el testigo de Maties Cerdà, pieza clave desde el banquillo del crecimiento del proyecto, la temporada 2014/15 supuso el bautismo del primer equipo del Bahía San Agustín en la LEB Oro. Aquel equipo mantuvo la base mallorquina que marcó el camino, permitiendo disfrutar de un base que ya es uno de los clásicos de la Euroliga: John Di Bartolomeo, quien desde hace años milita en un ilustre como el Maccabi de Tel Aviv. O descubrir a un Pablo Bertone que, años después, volvería a la Isla. Incluso ver crecer a Toni Vicens o disfrutar a Iván Matemalas en esa categoría. La quinta plaza al final de la liga regular (16-12) llevó a un playoff en el que el Lleida fue un rodillo (0-2), cerrando de manera adelantada una temporada ilusionante en todos los aspectos.

John di Bartolomeo lanza a canasta ante el Navarra. Foto: Pere Bota

El siguiente ejercicio (2015/16) marcó el final de la era Cepeda y el regreso a los banquilllos de Xavi Sastre, quien ocupaba la dirección deportiva del proyecto, aunque dejó un percance en forma de sanción que impidió al Palma Air Europa fichar durante unos meses a extracomunitarios. El cese de Cepeda llegó con el equipo en la zona alta de la tabla y el equipo acabó décimo (14-16), en un grupo que contaba con jugadores diferenciales como Mikel Uriz o Richi Guillén, un ilustre veterano que aterrizó en Mallorca.

Xavi Sastre celebra una canasta. Foto: Jaume Morey

Ingresó en el vestuario de Son Moix en la temporada 2016/17, la tercera en LEB Oro, un hombre clave en el crecimiento del club: Carles Bivià. Zengotitabengoa, Uriz o Roger Fornas fueron otros de los nombres propios de un ejercicio que se cerró el plazas de playoff (8º, 19-15), para vérselas en una apasionante serie ante el Breogán -con un partido jugado en Inca-, que se resolvió en el quinto partido y en Lugo a favor de los gallegos (3-2), que frenaron a un Palma Air Europa que volvió a ilusionar.

Félix Alonso, eufórico tras salvarse ante el Valladolid. Foto: Teresa Ayuga

Cambió de denominación el primer equipo del Bahía San Agustín, para dar paso al nuevo Iberostar Palma en el curso 2017/18. No fue un año fácil y la salida en plena Navidad de Xavi Sastre fue la muestra. Con un equipo deambulando por la zona baja, sostenido en la base del anterior curso y con la llegada de Joan Tomàs o Karamo Jawara, Félix Alonso asumió el mando a punto de agotarse 2017 y con la salvación como única meta. Y se logró. Tras levantar un partido vital en el Palau ante el Barça B y firmar un tramo final irregular, un Palau a rebosar llevó en volandas a los mallorquines al triunfo definitivo ante el Valladolid (74-62), para completar la temporada regular con un balance de 13-21 que les permitía seguir otro año más en LEB Oro.

La que vino después ha sido la temporada en la que más cerca ha estado un equipo mallorquín de lograr el ascenso a la Liga ACB, la gran cuenta pendiente. Entró Iberojet como patrocinador principal, un grupo de trabajo con nuevos rostros irrumpió en la estructura del club, se generaron ingresos frescos y nuevos y se pudo confeccionar un plantel que, al menos, invitaba a soñar. Fran Guerra, Fede Uclés, Álex Hernández, Erik Quintela, Joan Tomás, Raven Barber, Boris Barac, Mikel Motos, Marcus Gilbert, Carles Bivià y Kristaps Gluditis, junto a un joven Biel Serra, formaron un equipo que, tras un bache importante en la primera vuelta y en una temporada en la que el Real Betis firmó un récord de victorias y ascenso anticipado (30-4), aquel Iberojet Palma hizo historia.

Porque logró el mejor balance de un equipo isleño en la historia de la LEB Oro, acabando tercero la liga regular (22-12) para, tras un apasionante serie a cinco partido antes el ya hoy ACB Granada, meterse en la Final Four de Miribilla, donde tras superar al Ourense en semifinales, se colocó a cuarenta minutos del inédito ascenso. Eso sí, delante estaba el anfitrión y claro favorito: Bilbao Basket. Aquel 2 de junio de 2019 ya forma parte de la historia. A menos de un minuto, tuvo la victoria el Bahía San Agustín, pero se escapó en unos segundos finales para olvidar y que devolvieron a los vascos a su hábitat, ante una afición que se movilizó como pocas veces se recuerda para ser testigos de un choque para los anales (62-55).

Erik Quintela se abraza a Fran Guerra y Mikel Motos tras la final de Bilbao. Foto: Carlos Gil-Roig

La inercia llevó a dar continuidad a ese reto, ahora bajo la denominación de B the Travel Brand (2019/20), pero con Félix Alonso de nuevo a los mandos y los cimientos de aquel equipo de Miribilla. La clase de Löfberg, Lindqvsit, Stainbrook, Xavi Rey, Chema González, Bropleh o un viejo conocido como Bertone completaron un bloque al que no le salían las cosas y que vio frenadas sus ambiciones por las lesiones y la pandemia, que se interpuso en el enésimo proyecto con miras de ascenso. El más firme del primer equipo del Bahía San Agustín y que acabó saltando por los aires por diferencias de gestión.

Álex Pérez y Pau Tomás. Foto: Carlos Gil-Roig

Marcado por la crisis sanitaria y económica y entre una enorme incertidumbre, la familia Palmer acudió al rescate del equipo de LEB Oro y del BSA para arroparle en el ejercicio 2020/21, en el que el silencio se adueñó de Son Moix y la afición apenas pudo disfrutar de la competición. Y de un Palmer Alma Mediterránea Palma que apostaba por un modelo formativo, por gente joven y la optimización de recursos, con dos entrenadores de la Isla en el banquillo, Pau Tomàs y Álex Pérez, y la figura del carismático Pepe Laso aportando su dosis de experiencia a un equipo que rompió moldes. Jacobo Díaz, Kullamae, Pol Figueras, Ronnie Harrell, Sean McDonnel, Karamo Jawara o Milan Suskavcevic, junto a un emergente Sergi Huguet, dieron la cara para avanzar a la fase por un playoff en el que pusieron contra las cuerdas al Breogán (2-1), que acabaría ascendiendo.

Los jugadores del Palmer Palma, tras consumarse el descenso en Lleida. Foto: Carlos Gil-Roig

Tocaba reinventarse, volver a empezar, con la pandemia todavía presente, pero con la moral levantada y, de nuevo, con Palmer Alma Mediterránea al frente (2021/22. La octava temporada pocos pensaban que fuera a ser la última de esta travesía, que permitió incluso ver a todo un histórico como Estudiantes pasar por Son Moix. Pero un mal inicio (1-14), las lesiones, la falta de adaptación de jugadores y un cúmulo de circunstancias que derivaron en un cambio radical de la fisonomía del vestuario, acabaron alterando el rostro de un equipo bajo mínimos, pero que inició una remontada que resultó insuficiente. Van Beck, Pavelka, Cosialls o Brown se unieron a los Pol Figueras, Joan Feliu, Marc Peñarroya o Kostadinov para, a falta de tres jornadas, sacar por primera vez del descenso en todo el curso al equipo. Un espejismo, pues en la penúltima, tras caer en Lleida y ganar el Juaristi en Huesca, el descenso a LEB Plata se consumaba. Y con él, acababa un capítulo largo e intenso dentro de la casi centenaria historia del baloncesto mallorquín. El protagonizado por el Bahía San Agustín, el club que más cerca tuvo la ACB.