El jugador del BTTB, Johan Löfberg, intenta penetrar ante la presencia de tres jugadores del Cáceres. | Laura Becerra

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El B the travel brand Mallorca Palma es un equipo que deambula, transita a la deriva por la LEB Oro. Perdido, sin norte y herido de gravedad a nivel anímico y de juego, este domingo sufrió otro revés en Son Moix, el quinto de la temporada. La derrota ante el Cáceres (64-75), además de ratificar la crisis aguda por la que atraviesan el equipo y el proyecto, dejó patente la herida moral de un grupo que ayer pagó su infeficacia en ataque (5 de 26 en triples) y un preocupante déficit interior que se reflejó en el rebote (34 para BTTB y 48 para el Cáceres).

La baja de Chema González y la falta de ritmo de Stainbrook lastraron al grupo de Alonso, apoyado en la buena labor defensiva de Lindqvist y Barac y en un omnipresente Olumuwiya. Pero Tunde no fue suficiente para doblegar a un rival potente en la pintura y que exhibió su acierto cuando necesitó romper el partido, liderados en el último parcial por un Ricardo Úriz, secundado por dos triples de Kuiper y Parejo que dinamitaron los cimientos del BTTB y sentenciaron un partido que casi siempre controlaron los extremeños, quienes dejaron patente por qué son un rival temible como visitante. No en vano, lejos de Cáceres han logrado la mitad de sus doce victorias.

De nuevo salió despistado el B the travel brand. Empezó a exhibir su desacierto desde el perímetro, especialmente en el triple, y un parcial de 2-14 activó todas las alarmas. Rakocevic era letal desde todas las posiciones para un BTTB que necesitó más de cinco minutos para anotar su primera canasta en juego.

Le era imposible al equipo de Alonso meter balones en la pintura, pero a base de orgullo llegó la reacción. Necesaria. La lesión de Zubizarreta y una antideportiva a Nikolic permitieron ganar terreno a los isleños. Quintela le dio otro aire -una vez más- al BTTB y el trabajo de Stainbrook y Lindqvist permitía frenar a un Cáceres en ese momento negado de cara al aro. Con un parcial de 16-2, se cerraba el primer cuarto dos arriba para los de Alonso (18-16). Pero era un espejismo, porque lo peor estaba por llegar.

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Entró entonces el partido en una fase de intercambio de golpes. Con un Tunde enorme bajo el aro, Joan Tomàs pareció cambiar el sino del partido con un triple alentador (27-26). Pero volvieron las peores sensaciones, los despistes, los errores, la precipitación... Y el despegue del Cáceres (27-34), que lograba despegarse para alcanzar el ecuador del encuentro cinco arriba (31-36).

De nuevo negados ante el aro rival, sin opción al rebote ni a segundas opciones, los de Alonso se sostenían en el partido gracias a fogonazos individuales, como un triple de un Löfberg muy lejos de su mejor versión (36-40). La defensa visitante sacaba de la pintura a los interiores del BTTB, rescatado provisionalmente por Bivià y Álex Hernández, que permitieron soñar por unos minutos con la remontada (43-44).

Hasta tres triples seguidos erró el capitán, lanzamientos que podrían haber puesto por delante a los mallorquines en el cierre del tercer parcial (45-47).

Las esperanzas de poder salir de la espiral negativa en la que vive inmerso el equipo las disipó enseguida el Cáceres, que volvió a salir enchufado. Nikolic y Joseph ponían en apuros al B the travel brand, al que se le acababa el tiempo. Manejó bien el tiempo del partido el equipo de Roberto Blanco, con Ricardo Úriz a la batuta. Cinco puntos suyos mostraron el camino, pero fueron los triples de Kuiper y Parejo los que ajusticiaron al BTTB (52-63, a 4:12).

Se fue trece arriba el Cáceres (52-65) y la victoria era ya un imposible. Bertone lo probó de todas las maneras, pero el partido pasó a ser un carrousel de tiros libres que beneficiaba a los extremeños, que jugaban con el crono a favor ante un BTTB en el que cada uno hacía la guerra por su cuenta. Se consumó otra decepción (64-75), la octava, la quinta en Son Moix y la enésima en unas semanas negras y que convierten el playoff en una meta vital.