En este país el arte nunca ha tenido consideración de oficio, ni siquiera de trabajo. Por eso los artistas malviven o se dedican a otras cosas. Ocurre con los escritores, que crean sus historias en su escaso tiempo libre, robándole horas al sueño y a la familia. Los hay que venden muchos libros y se consideran autores de éxito, pero ni con esas pueden mantenerse con dignidad y, por ello, la mayoría firma artículos en prensa o forma parte del profesorado de las mil y un chiringuitos de escritura creativa que proliferan desde hace años. Lo divertido es que, ante la falta de oportunidades en el mercado editorial, muchos alumnos que han asistido a uno o varios de esos cursillos montan a su vez su propio centro de formación literaria. Y, así, el crecimiento es exponencial.
Desierto
Palma26/01/23 0:29
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1 comentario
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Si..ja ja gente que escribe hay mucha, escritores..no tantos.