«Los días eran largos y monótonos. Después de levantarse y lavarse, se arrodillaba ante los iconos y Busia pronunciaba, gesticulando, interminables oraciones que el niño repetía del mejor modo que sus oídos le permitían. Después con el té llegaba la recompensa en forma de bollos y pasteles. Al mediodía se comía al estilo ruso, como explicaba Maiakin. En primer lugar colocaban sobre la mesa una gran sopera llena con un sustancioso caldo, pedazos de col, trozos de pan de centeno y carne desmenuzada. Enseguida venía el asado que podía ser de lechoncito, cerdo ya hecho o pollo a la manera del país. Se continuaba con filete de hígado o fideos. Y como punto final, un pastel o tarta. Mientras tanto bebían kwas. Y todo ello cocinado por Antonia Ivanovna. Todos comían en silencio exhalando de cuando en cuando suspiros para recobrar el aliento. Los dos niños comían en un solo plato y los mayores en otro. Dejaban la mesa con la barriga llena y cuando iban a acostarse, durante dos o tres horas, no se oía más que los ronquidos de una pesada digestión».
Máximo Gorki, Tomás Gordeiev y un Kotmis Sazimi
Considerado el iniciador del realismo socialista, Gorki introduce en la literatura rusa el tipo del vagabundo
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